Quince años llevaba Kyung Wha Chung sin pisar un estudio de grabación. Como reina que perdió su corona, ha querido recuperarla con su mejor atuendo para la ocasión, las 6 Sonatas & Partitas para violín solo de Bach. Partiendo de una concepción absolutamente expresiva, que no romántica (hay vibrato, pero coherente), la violinista coreana ha redondeado un sonido que en su época de asiduas visitas al estudio de grabación no acababa de convencerme (era una “fija” de Solti, Previn o Dutoit). En este registro su violín suena afinado por el pincel del Rafael de El Cardenal, hay una tensión absoluta entre arco y cuerdas (me recordó precisamente la energía serena que desprende ese cuadro del Prado), un equilibrio sonoro en las gamas dinámicas (los pianos y los fortes llegan con absoluta naturalidad), un sonido bellísimo y lo que es más subjetivo, una realización suprema de las melodías y la polifonía de estas obras atemporales, cada vez más inexplicables en su árida belleza.

Quizá, a pesar de que las Partitas sean sensacionales, las Sonatas conocen la interpretación más colosal desde aquella de Nathan Milstein. Escuchar el Adagio y Presto de la Sonata n. 1, la Sarabande de la n. 2 o la Fuga de la n. 3 son ejemplos suficientes para constatar el profundo estudio y el estado de madurez y sabiduría de la maestra coreana, bienvenida de nuevo al inestable mundo discográfico.

Gonzalo Pérez Chamorro