Claudio Abbado no es conocido precisamente en el mundo de la música como un especialista en el Barroco. Sin embargo, en los últimos tiempos ha llevado a cabo una más que notables aproximaciones a este campo al frente de la Orquesta Mozart de Bolonia, como las grabaciones dedicadas a Pergolesi con motivo de su tercer centenario, o, en esta ocasión, atreviéndose nada menos que con los “brandemburgos”, en una versión en vivo y en directo desde el Teatro Municipal “Romolo Valli” de Reggio Emilia, planteada de un modo ecléctico, que conjuga los instrumentos modernos con los de época, asume no pocos giros estilísticos de la interpretación barroca más depurada y cuenta con colaboradores de la talla de Ottavio Dantone o Giuliano Carmignola, cuyo magisterio en dicho ámbito nadie pone en duda. Con “tempi” extraordinariamente ágiles y una concepción diáfana y cristalina, Claudio Abbado logra llegar a un dificilísimo y glorioso término medio, en el que no puede escandalizar a los barrocófilos más intransigentes, que abominamos de versiones como las de Casals, Klemperer, Koussevitzky, etc., y consigue hacer digerible una buena dosis de historicismo a muchos que, en principio, serían alérgicos a esta estética.