22 BACH

Entre músicos circula la idea de que hacer que Bach suene mal es muy difícil, si no imposible y es que, a condición de tener un mínimo respeto por la partitura y dar las notas en su sitio, el Kantor sonará bien, tal es la cantidad de lecturas que admite y lo inconmensurablemente bien escrita que está toda su música, verdad absoluta e indiscutible (ojo, que hace poco leía por ahí que J.S. “no era tan buen músico”). Lógicamente, cuanto mejor lo haga el intérprete, más sublime aún se escucharán sus notas, una cosa no quita la otra.

Os cuento esto, porque lo que digamos de este disco va a ser sabido de antemano: primero, porque un disco de cantatas va a tener por defecto unas cuantas estrellas. Si el redondo está a cargo de Koopman, al que entrevistamos en esta revista el mes pasado, tenemos garantía de más estrellas adicionales, porque es uno de los grandes en esto de hacer Bach. Y segundo, porque es un disco conocido, al ser una reedición de la integral de Cantatas que Koopman y su gente grabaron hace casi treinta años, allá por 1994, sumándose al carro de otros grandes de la música en acometer estos proyectos faraónicos, como Harnoncourt, Suzuki o Gardiner.

Sin entrar en comparaciones (entre otras cosas, porque me encantaría conocer en profundidad los proyectos, pero no es el caso), Koopman salva el examen con muy buena nota, proponiendo una lectura de Bach muy equilibrada y estilísticamente vigente, incluso treinta años después; ya hemos dicho que “valen todas”, pero es que la suya es muy buena, más humana, cálida y cercana que la de Harnoncourt, por poner un ejemplo. El registro sonoro me resulta ligeramente oscuro y apagado, amortiguado y alejado de las modas actuales de grabar todo altísimo. Otorga cierta prevalencia a las voces, lo que se agradece de verdad, porque todo está impecablemente cantado, aunque hay momentos en que los instrumentos quedan un tanto inéditos.

No tengo del todo claro por qué llega este disco justo ahora: se hizo una nueva tirada de las grabaciones comenzadas en 1994 con motivo del 70 cumpleaños del maestro. Y si bien las propuestas estilísticas de hace treinta años se escuchan plenamente vigentes, es más que probable que la concepción que Koopman tiene de esta música haya variado en todo este tiempo. Naturalmente habría que preguntárselo a él, pero mientras tanto, nos habría encantado escuchar una grabación actual, aunque sólo fuera por ver en qué dirección evoluciona la lectura de unas notas que acogen infinitas interpretaciones.

El disco es la primera entrega de las veintidós que componen la integral. Contiene cuatro Cantatas compuestas en Mühlhausen en 1707 y 1708, para distintas ocasiones como el primer día de Pascua (BWV 4), un estreno consistorial (BWV 71), o para uso penitencial (BWV 131). La escucha es siempre placentera (¿y cuándo no es así con Bach?) y yo sin dudar me apunto a comentar los restantes 21, si me dejan.

Álvaro de Dios