Alisa Weilerstein, cello.
Pentatone PTC5186751 (2 CD)
La primera noticia que tuvimos de ella fue en 2010, interpretando el Concierto para cello de Elgar en el mismo lugar donde había dejado su memoria la irrepetible Jacqueline Du Pré, y dirigida nada menos que por Barenboim. Aquello era como rodar un western en el mismo escenario donde hubiera filmado por última vez John Ford. Ahora comparece “sola ante el peligro”, interpretando el Everest por el que todo cellista debe pasar al menos una vez en su vida, las Suites de Bach, posiblemente el ciclo más inconformista de la historia, sobre el que siempre hay algo nuevo qué decir, por mucho que ya se haya dicho sobre el mismo.
La extraordinaria grabación muestra hasta la más mínima pestaña al caer sobre el suelo, los armónicos y el hermosísimo sonido ejercen de narcótico al oyente, que se deja llevar por el incansable pulso de la cellista de Rochester, que se prodiga en tempi lentos y muestra un arco de una elegancia y presión propia de los más grandes maestros. Ya el archiconocido Preludio de la Suite n. 1 suena distinto, fluido en su belleza pero con los detalles de quien quiere, desde el primer momento, dejar su sello propio.
Claroscuros continuos, naturalidad, técnica prodigiosa (la Sexta es magistral por su originalidad), arco generoso que despliega matices inacabables, como la exhibición en toda la Quinta Suite, ese monumento a la soledad (la Sarabanda), donde los pianissimi y un tempo lento y trágico convierten esta música en una extraña experiencia para todo el que la escucha: del sufrimiento se obtiene placer.
Gonzalo Pérez Chamorro