EQUILIBRIO Y MELODÍA

La larga e intensa fidelidad matrimonial que Muray Perahia mantenía con la discográfica Sony Classical se ha roto en favor del sello amarillo, con el que inicia de forma majestuosa una nueva relación, dedicando su primera grabación (Berlín, 2013) a las Suites Francesas de Bach. Su conexión con el músico de Eisenach no es nueva; los Conciertos para teclado, las Suites Inglesas, las Partitas y unas excelentes Variaciones Golberg forman parte de su bagaje musical y le sustentan ya como un gran maestro bachiano desde el piano, un autor en el que profundizó cuando un pequeño accidente doméstico en el dedo pulgar le ocasionó algunas limitaciones temporales en la mano y la suspensión de sus actividades públicas.

La empresa de dar vida desde el piano a una colección que ha tenido menos suerte en los estudios de grabación que las Suite Inglesas o las Partitas no es menor; ciertamente que desde el punto de vista técnico resultan más asequibles que las mencionadas anteriormente, y en ellas no se encuentran grandes y complejas arquitecturas polifónicas, ya que no se trata de explorar los recursos del teclado o de mostrar con brillantez su dominio, pero en cambio presentan importantes retos expresivos.

Ante la imposibilidad de dar cuenta de los detalles de cada una de las Suites, se pueden resaltar algunos de los aspectos que consideramos más significativos de estas lecturas. Su enfoque es claramente pianístico, aunque sin caer en las rigideces de quienes buscan un toque clavecinístico, ni tampoco en el extremo de romantizar la música con pleno uso de todas los posibilidades del Steinway desde el que toca. La utilización de unos tempi moderados le permite respetar el sentido danzable de cada una de las piezas y aportar gran belleza en la construcción de las líneas melódicas, para lo que puede tomarse como ejemplo la extrema claridad y serenidad de sus Allemande, a lo que se puede añadir que en ningún momento las Gigas se convierten en una pura exhibición técnica. La ejecución resulta igualmente precisa, de un rango dinámico no superior al forte, manejado excelentemente desde la pulsación, y la claridad de texturas se combina con una extraordinaria expresión natural en la que la música se desarrolla y respira de manera relajada, pero manteniendo en cada una de las estructuras los momentos de tensión y distensión que les dan vida. También resulta acertado un discreto juego del pedal, respetuoso con la claridad polifónica, con el que se pretende, más que conseguir efectos voluminosos, el mantenimiento del sustento armónico o el apoyo rítmico.

La única cuestión discutible se presenta con la ornamentación, que, aunque no interrumpe la línea melódica, en algunos momentos puede parecer excesiva. Más allá de estas apreciaciones técnicas, el Bach que nos trae Perahia es equilibrado, lleno de matices, coherente y fundamentalmente poético e iluminador de su contenido melódico. Música hecha por un gran artesano que merece situarse entre las referencias.

José Luis Arévalo