Obras de BERG, BRAHMS, MAHLER, DVORÁK, MENDELSSOHN.
Sara Mingardo, Matthias Goerne, Kristīne Opolais, Baiba Skride.
Orquesta del Festival de Lucerna, Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig / Andris Nelsons.
Accentus ACC70568 (4 DVD)
EL HOMBRE DE LA ETERNA SONRISA
Se edita en un práctico cofre, cuatro grabaciones ungidas por la leyenda de ese primer Andris Nelsons que empezaba (hace ya una década) a deslumbrar a medio mundo con su precoz e ilustrado talento. Al frente, dos agrupaciones de verdadera solera y enjundia. Registros de 2014-15 para los dedicados a la Orquesta del Festival de Lucerna y de 2017-18 los de la Gewandhaus, ya como mandamás en Leipzig. Años estos en los que este grandioso director de fuerte fragancia clásica, vociferaba que estaba llamado a reinar sobre su tiempo, insuflando nuevos aires y bríos a esas reliquias sonoras que uno lleva escuchando toda la vida. Gestos claros y expresiones íntimas, casi religiosas, que se desbordan en un podio que irradia alquimia y encantamiento. Todo un espectáculo verle danzar como una prima ballerina sobre su pedestal, con esas dotes sobrenaturales que posee para comunicar y hacer sentir la música.
Lucerna año cero. Pocos meses después del fallecimiento de Abbado, el letón (en un reivindicatorio “aquí estoy yo”) se hace cargo del brahmsiano programa que el milanés había diseñado para ese verano (la cosa no pudo ir mejor). Deliciosa Segunda Serenata de exacerbado lirismo (en el Adagio saca su chistera para hacer magia con los tempi), una escalofriante y crepuscular Rapsodia para contralto de gran espiritualidad (junto a la conmovedora Sara Mingardo) y una Segunda Sinfonía cálida, transparente y muy sensual, donde traza magistralmente las líneas melódicas, llenando de expresividad y belleza cada una de las células temáticas (¡qué bien canta la orquesta!).
Al año siguiente, no satisfecho con su descaro, se planta para alzar en el sanctasanctórum mahleriano de Abbado una pasional, corpulenta y fogosa Quinta Sinfonía de soberbia arquitectura, que estilísticamente sigue a pie juntillas los mandamientos formales legados por el idolatrado antecesor. Junto al admirable Matthias Goerne, también firma una magnífica selección de las Humoresken del Knaben Wunderhorn.
Para los conciertos de Leipzig, Nelsons echó mano de dos compatriotas. La que entonces era su esposa, la soprano Kristīne Opolais, para un programa íntegro de música checa y de la violinista Baiba Skride, con la que estampa una estupenda lectura, más romántica que expresionista, del Concierto de Berg (ambos están soberbios en el mahleriano Adagio final, alargando la última nota hasta la extenuación). Las dos Arias de Rusalka (incluyendo la inevitable “Canción de la luna”) están susurradas en su exposición orquestal, reluciendo el timbre fornido y amplio de la entonces Sra. Nelsons. Épica y heroica la Novena de Dvorák, donde la orquesta se deja literalmente la piel. Colores vivos, tonos incandescentes y otoñales, transparencia y naturalidad, serena y luminosa, pues la lava es sustituida por seductores versos (la batuta es un pincel dibujando los sonidos sobre el aire). La radiante Tercera Sinfonía de Mendelssohn junto a unos músicos que llevan esta obra tatuada en la piel, posee un fraseo profundo, exacerbado y romántico. Elegancia en las formas y pulcro canto melódico donde cada clímax es una descarga de energía atómica. Nelsons en estado puro.
Javier Extremera