Abundando en la idea de que la Música es una carroza tirada por la Fantasía y la Pasión, y no por los espectros estirados de la ortodoxia y la buena caligrafía, el violagambista Fahmi Alqhai vuelve a sacudirnos como una descarga eléctrica con este sugestivo y contundente “Amori di Marte”. Para ello, Alqhai ha convocado una selecta comitiva de tres compositores italianos, liderados con reverenciada supremacía por Claudio Monteverdi (un gran nombre para un gran proyecto). El viaje no dejará a nadie indiferente. La música es proyectada –lanzada diría- hacia nosotros con una energía casi intimidatoria. Las voces del tenor Juan Sancho y la soprano Mariví Blasco nos cantan un Monteverdi de turbadora teatralidad, y el grupo instrumental completa un panorama sonoro aplastante. Es éste un Monteverdi extremo, al borde del precipicio, un Monteverdi sin censurar, un Monteverdi materia prima, un Monteverdi duro pero justo, un Monteverdi que despertará de la siesta a los indecisos, que deslumbrará a los barroqueros frikis, que empujará al bosque mágico del 1600 a los neófitos, y que –muy posiblemente- asustará a los mojigatos que entienden que la música es un subproducto decorativo de la “cultura light”. La Música sin riesgos no es nada.

Así es “Amore di Marte”. Tómelo o déjelo.