Yago Mahúgo.
CMY Baroque CD0005015B (CD)
Fortepianista o clavecinista, y no por este orden, el nuevo disco de Yago Mahúgo vuelve a detenerse en el Barroco francés. El músico madrileño parece siempre cómodo con el burbujeante champagne de sonidos de este periodo, principalmente fruto de los estudios con uno de sus principales maestros, Christophe Rousset. Pero no ha descorchado uno cualquiera, lo ha hecho con el menos transitado de los Couperin (los Sánchez-Vicario del clave barroco francés), Armand-Louis, sobrino nieto del gran François, el Don de la familia. Armand-Louis falleció muy tarde, en 1789, cuando el Barroco bostezaba y La Ilustración, con sus flamantes esperanzas, hacía renacer nuevas ideas culturales y musicales en Europa. La bella música de Armand bebe mucho de Rameau, compositor que Mahúgo conoce muy bien, pero con una “espontaneidad” muy particular, quizá también impuesta por una no muy extensa producción, alejada pues de la reiteración habitual en estos repertorios. Tras sus excelentes registros de Royer, Clérambault y Marchand, el mejor músico que es Yago en solitario, donde puede desplegar su fantasía sin limitaciones ni imposiciones, con interpretaciones sosegadas, muy paladeadas (Allemande o Rondeau), con Couperin vuelve a dejar constancia de su sabiduría y maestría. Solo una pequeña pega, con tan solo 52 minutos de música, en su próximo disco debe llenar la copa hasta el borde.
Gonzalo Pérez Chamorro