Obras de BEETHOVEN, BRUCH, RAVEL, BARTÓK, HAYDN, TCHAIKOVSKY, BRUCKNER, MAHLER, HINDEMITH, BERLIOZ, R. STRAUSS, WAGNER, MENDELSSOHN.
Berliner Philharmoniker / Seiji Ozawa.
Berliner Philharmoniker Recordings BPHR240431
(6 CD + 1 Blu-ray + libreto tapa dura (96 págs.))
TRIBUTO A OZAWA
El añorado Pérez de Arteaga fue uno de los críticos que siempre defendió al director Seiji Ozawa del veneno con el que una parte de los reseñadores finiquitaba al músico de Manchuria. Antes no eras nadie como opinante si no menospreciabas a Ozawa. Quedaba bien degradarlo, como hoy hacer chistes literarios sobre Murakami. No servían como aval las grabaciones con esa Boston Symphony a la que Ozawa se mantuvo fielmente unido (un muy teatral Romeo y Julieta de Prokofiev, una trilogía romana de Respighi lasciva y un punto reverberante, su intenso Fausto de Berlioz, etc.), ni tampoco se aceptó el estreno de Saint François d'Assise de Messiaen como prueba de la defensa (Messiaen lo consideraba uno de los intérpretes que mejor entendía y dirigía su música, pero qué sabría el compositor galo). Algunos de los epítetos habituales, que los sabios en la materia expectoraban como bronquíticos en diciembre, incluían sin demasiada originalidad lo de kapellmeister, sobrevalorado, trivial o vacío. Pérez de Arteaga ironizaba acerca de los que afirmaban que la Boston Symphony se dirigía sola: sería buena orquesta por los cereales que desayunaban sus músicos, no por Ozawa.
No faltan los que aseguran lo mismo de la Berliner Philharmoniker, considerado el mejor conjunto sinfónico por no pocos aficionados: se dirige sola. Esta espléndida edición conmemorativa del sello BPHR, que homenajea a Ozawa el mismo año en el que este director falleció en Tokio (6-2-24), sería por tanto un ejemplo de impersonalidad e invisibilidad de la batuta. Nada más lejos de la realidad.
Los 6 CD y el BR recogen diferentes conciertos que tuvieron lugar en la sala Philharmonie de Berlín entre 1979 y 2016. Registros sonoros de relieve, sin aplausos, muy limpios, incluidos los de fechas más tempranas (se reconoce cuando un proyecto discográfico ha contado con verdaderos ingenieros de sonido). En casi todas las grabaciones, y en los momentos particularmente intensos, se escucha de fondo la voz entusiasta de Ozawa, canturreos a los que nos hemos acostumbrado con las grabaciones de Gould, Celibidache o el último Bernstein, pero que sorprenderán a quienes acepten la etiqueta adjudicada a Ozawa de director soso y desapasionado. Quedan para el recuerdo el Concierto para violín de Bruch (con Pierre Amoyal) o el Concierto para viola de Bartók (con Wolfram Christ, miembro de la BP) como acertados ejemplos de la faceta de Ozawa como acompañante.
Las veladas en las que se interpretaron las primeras Sinfonías de Tchaikovsky y Mahler son discos recomendables para un primer contacto con el set. Una Sinfonía 1 de Tchaikovsky serena y madura, bien defendida. Respecto a Mahler, se puede admirar a Ozawa sin reservas y se puede opinar al mismo tiempo que su integral para Philips no es de las más destacadas. Sin embargo, la Sinfonía 1 de Mahler es una excepción a esta regla, tanto la versión de estudio con Boston como esta grabación en vivo con Berliner.
Sorprende para bien la inclusión de la Sinfonía Serena de Hindemith. Y aunque se puede echar de menos la presencia de especialidades del maestro como Prokofiev o más Bartók, merecen una escucha cuidadosa su Elías de Mendelssohn, Alpina de Strauss, Bruckner 7, Fantástica de Berlioz o una intensa Il Distratto de Haydn.
Daniel Pérez Navarro