Este trabajo surgió cuando el intérprete Adam Levin investigó el patrimonio guitarrístico español y observó que a partir de 1950 era casi inexistente. Tras el enorme Concierto de Aranjuez el impulso de la guitarra fue grande pero hoy día apenas se interpreta nada de aquellos años. Redescubrir este repertorio y volver a tocarlo es la tarea a la que Levin ha dedicado sus dos últimos discos. En este segundo las obras han sido grabadas por primera vez y son nuevas en su totalidad; sorprende el norteamericano cuando afirma que “sólo ha descubierto la punta del iceberg” y que hay una gran cantidad de música esperando en los archivos.

El Capricho 11 de Balada fue el que impulsó el resto de la selección, su música efervescente y contemporánea se contrapone con la de Granados en un viaje en el tiempo. Por poner algunos ejemplos, Turris Eburnea de Luis de Pablo tiene un solo movimiento en el que emprende una búsqueda intelectual y sensorial y Orion, de Juan Manuel Ruiz, es una proeza virtuosística que aprovecha todas las posibilidades técnicas que el instrumento puede ofrecer y las convierte en un prisma repleto de diferentes personalidades musicales. El espíritu renovador y vivo de estos compositores unido al ánimo del intérprete es suficiente para que esta música tenga la atención y el lugar que merece. 

Esther Martín