El brasileño Heitor Villa-Lobos fue un compositor fecundo como pocos, amazónico y, al menos por lo que se desprende de este disco, también con ideas como mínimo sorprendentes por su originalidad (en RITMO de marzo hablamos de la edición por Naxos de sus Sinfonías completas). Porque si bien no es nada inusual que los músicos lleven a la orquesta obras originalmente concebidas para el piano, tanto suyas como de otros creadores, o que hagan el camino inverso, transcribir a piano o a formaciones de cámara partituras sinfónicas, sí resulta novedoso que alguien “instrumente” una pieza pianística para coro. Y eso es lo que hace Villa-Lobos con obras como varios preludios y fugas de El clave bien temperado de Bach, el Vals en do sostenido menor Op. 64 de Chopin, el Adagio cantabile de la Sonata para piano n. 8 “Patética” de Beethoven o el Preludio en do sostenido menor de Rachmaninov, obras muchas de ellas que, por su naturaleza intrínsecamente ligada al teclado, resulta difícil, cuando no imposible, imaginar en otro formato y sonoridad.

Salvo Ständchen, de Schubert, y la Élégie de Massenet, ninguna de ellas cuenta tampoco con un texto cantado, lo que permite a Villa-Lobos tratar las voces como si fueran simples instrumentos. La Bachiana brasileira n. 9 del propio Villa-Lobos pone punto final a este disco curiosísimo y muy bien interpretado.

Juan Carlos Moreno