La música de Valentin Silvestrov es difícil de describir o clasificar. El compositor ucraniano ha sido adecuadamente descrito como un romántico de vanguardia. Procede con pequeños gestos pero no es minimalista. Suele utilizar la tonalidad convencional pero no es neorromántica, suele estar en proceso de desvanecerse en la nada aunque tiene grandes momentos dramáticos, pero la gama de referencias de Silvestrov también le da a su música un elemento de pastiche.

Gran parte de su música va apareciendo en distintos sellos discográficos, y aquí hay un grupo diverso de piezas, en su mayoría estrenos mundiales de la última parte de su carrera, por la Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania bajo el versátil director Christopher Lyndon-Gee, quien también ha escrito las excelentes notas del folleto. La Oda al ruiseñor es mayormente atonal, poniendo el aspecto evanescente en la letra. El Piano Concertino tiene elementos de neoclasicismo pero un efecto completamente diferente, y hay varias obras de voz y orquesta muy evocadoras. La Sinfonía n. 7 es un largo y conmovedor adiós que comenzó después de la muerte de la esposa del compositor. Su lenguaje armónico es en gran parte atonal, pero puede usarlo de una manera grandiosamente romántica, con amplias melodías al unísono en las cuerdas, y puede deslizarse libremente hacia una refulgencia armónica posromántica. La interpretación es cálida, limpia y llena de matices y la calidad de grabación es característicamente estelar.

Luis Suárez