La música del chino Bright Sheng (n. 1955) se define como una síntesis entre la tradición occidental y la oriental; una definición, por otro lado, que se aplica gratuitamente a cualquier compositor oriental, pero que tiene mucho más sentido en creadores con una personalidad propia y marcada, como Toru Takemitsu o Tan Dun, que en el protagonista de este disco.

No, la música de Sheng tiene de oriental básicamente los títulos que emplea y los motivos extramusicales que la inspiran, mientras que de occidental tiene solo ese gusto tan estadounidense por unas melodías expansivas que quieren sonar a evocadoras, un neotonalismo radical y una aparatosidad orquestal muy de Hollywood. Todo eso es particularmente evidente en Let Fly (2013), un concierto para violín que es puro efectismo, como lo es también el concierto para orquesta Zodiac Tales (2006, rev. 2016), descripción sonora de los animales del zodíaco chino. La Suzhou Overture (2019) tiene algo más de color local, pero tratado al estilo de esas páginas exóticas y pintorescas tan de moda durante la segunda mitad del siglo XIX.

Como director, Bright Sheng mira de imprimir pasión a estos pentagramas, pero sin conseguir transmitirles lo que tampoco tienen: enjundia.

Juan Carlos Moreno