Como bien señalan las notas introductorias, las cinco sonatas para violonchelo y piano de Beethoven permiten reseguir la evolución del compositor desde el clasicismo deudor de Mozart y Haydn (las dos sonatas del Op. 5) hasta encontrar su voz más individual, rompedora y original (las dos del Op. 102), pasando por esa fascinante etapa central de exploración de nuevas vías creativas (la Op. 69).

Representan, por tanto, una síntesis perfecta de lo que fue el maestro de Bonn, además de ser unas obras que contribuyeron decisivamente a convertir el violonchelo en un instrumento de concierto con personalidad propia. Arnau Tomàs, violonchelista del Cuarteto Casals, y Kennedy Moretti nos las sirven en unas versiones espléndidas.
Si uno de los rasgos distintivos de la música de cámara es que permite disfrutar del diálogo y la complicidad entre instrumentistas, eso se cumple aquí en grado sumo, a lo que hay que sumar un sentido del fraseo particularmente expresivo y la calidad y calidez del sonido. El programa se completa con tres series de variaciones, dos sobre temas de La flauta mágica de Mozart y otra sobre el Judas Macabeo de Haendel, abordadas con la fantasía y gracia que estos pentagramas reclaman.

Juan Carlos Moreno