El segundo programa de Günther Herbig con la Filarmónica de Gran Canaria en esta temporada se centró en Dvorák. Las Danzas eslavas Op. 46 ocuparon la primera parte, en una interpretación que destacó el componente lírico y melancólico frente a lecturas más vitalistas que sitúan en primer plano el sustrato popular. Logró así un sonido opulento y bien coloreado, pero salvo en las dos danzas extremas, la adopción de tempi excesivamente amplios terminó por uniformizar esta serie de danzas, no concebidas como un todo unitario por su autor, que exigen de la batuta una amplia variedad de tempi y acentos para evitar caer en la monotonía, algo que Herbig, pese a la belleza del sonido, no terminó de conseguir.
La Octava Sinfonía, por el contrario, alcanzó una interpretación extraordinaria, que se recreó en la belleza del sonido, pero aquí Herbig si equilibró intensidad dramática y carácter poético, especialmente en los tres últimos movimientos, luminosos y primorosamente fraseados, tras un primero donde los metales sonaron un tanto forzados en los grandes tutti.
La siguiente velada supuso el estreno de la versión para marimba del Concierto para piano de Joaquín Rodrigo, realizada por Conrado Moya, que asumió también su estrenó junto a la Filarmónica de Gran Canaria. La transcripción extrae todas las posibilidades del instrumento en un tour de forcé que linda por momentos con lo atlético, manteniendo el estilo inconfundible de Joaquín Rodrigo, con una orquesta más corpulenta de lo habitual en Rodrigo que García Calvo llevó con buen pulso y algún exceso de volumen.
La Primera Sinfonía de Bruckner, versión Linz, logró de la batuta una interpretación de gran claridad, nítidamente articulada, de dinámica muy bien graduada, especialmente en los grandes tutti que siempre sonaron integrados en el discurso como culminación natural, obteniendo de todas las secciones un sonido cálido y empastado. Para alcanzar la excelencia únicamente faltó una mayor dosis de arrebato y un fraseo más imaginativo, todo sonó excesivamente controlado, sin esa exaltación que es consustancial a las sinfonías del austriaco.
Juan Francisco Román Rodríguez
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Günther Herbig.
Obras de Dvorák. Conrado Moya, marimba.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Guillermo García Calvo.
Obras de Rodrigo y Bruckner.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.
Foto: Conrado Moya, marimba (foto de Iwona Lompart)