La periódica visita del siempre lúcido y celebrado director catalán, Josep Pons, al frente de la Orquesta Nacional de España -de la que es director honorario- nos asoma a unas maneras de hacer música en las que lo comunicativo, quizá de forma más artesanal y menos artificiosa, construye interpretaciones, siempre de una entidad y relieve que, no sin riesgos, permiten una clara distinción que sobresale en un panorama en el que lo estandarizado tiende a ser habitual. Bien claro lo han tenido quienes han apostado por su trabajo al frente de la Deutsche Radio Philharmonie, orquesta de la que será titular a partir de octubre de 2025 al cerrar su etapa con la Orquesta del Gran Teatre del Liceu. No escuchado en Madrid desde que Carlos Kalmar la interpretara con la Orquesta Sinfónica RTVE en 2010, El Anillo sin palabras, única obra del programa del pasado fin de semana, bien sirvió para mostrar la pericia del músico catalán al manejar obras complejas con interpretaciones de hondura.
Un joven Lorin Maazel de 30 años recordaba cómo, en 1960, al tiempo de dirigir Lohengrin en Bayreuth, conversaba con el escenógrafo Wieland Wagner, nieto del compositor, sobre cómo sus ascéticos y simbolistas decorados otorgaban, bajo el amparo de una apolínea claridad, mucho más protagonismo al verdadero subtexto wagneriano, la propia música en sí más allá de la escritura vocal. Con esta idea en mente ya, después, en plena década de los 80 y, mediante una sinergia creada por la discográfica norteamericana TELARC, se cristalizó el encargo al propio Maazel, también con oficio como compositor, de una síntesis sinfónica de la del Anillo del Nibelungo que, bajo el nombre de El Anillo sin palabras, itera de manera diacrónica y cronológica, preludios, interludios, o temas de la tetralogía. Así, comenzando con El Oro del Rin y prosiguiendo con La Valquiria y Sigfrido para concluir con El Ocaso de los Dioses -que se lleva casi la mitad del arreglo- la naturaleza de casi todos los pasajes orquestales, temas cantados –transpuestos a instrumentos- y leitmotivs, se engarzan, solo y exclusivamente con música escrita por el propio Wagner, mediante transiciones de cierto logro y otras, un tanto más abruptas, en una fórmula que recuerda a la de un gran poema sinfónico cuya duración, en torno los 75 minutos llena, intencionalmente, un disco compacto.
Este proyecto, posiblemente el más redondo de todos, sigue la estela de la popularización del acervo wagneriano como ya hiciera Stokowski gestando arreglos del Anillo para registrarlos, o como cuando DECCA pidió a Deryk Cooke que explicara el desarrollo musical en un doble LP repleto de extractos de la conocida grabación de Solti y, al tiempo, otras discográficas presentaran selecciones sinfónicas. Es por ello que, seguramente, El Anillo sin palabras de Maazel contiene la visión más orgánica que, si bien es cierto, no representa lo mismo que la tetralogía completa, muestra con sentido coherente y voluntad narrativa buena parte del mundo sonoro de la tetralogía. Tanto es así que la partitura, tras el registro TELARC, fechado en 1987, con Lorin Maazel frente a la Orquesta Filarmónica de Berlín se ha popularizado en las salas de concierto, alumbrando incluso un nuevo registro en DVD con los músicos de su estreno y una nueva versión a cargo de Hansjorg Albrecht con la Staatskapelle Weimar. Es más, se abrió incluso la vía para nuevas síntesis como la alternativa y exitosa de Henk de Vlieger que Edo de Waart, Neeme Järvi o Lawrence Renes registraran, igualmente, en disco.
Teniendo en cuenta estos aspectos, Pons optó en todo momento por un equilibrio entre sentido poemático y tensión, para lo cual tuvo que manejar tempi, con frecuencia, ligeros, que, quizás, dejaban cierta sensación episódica a la hora de transitar por temas y leitmotivs. En cualquier caso, el resultado fue notable pese a pequeños desajustes como, por ejemplo, en el Preludio de El Oro del Rin. Excelente el solo de trombón en el aria de Loge, y buena prestancia rítmica de la percusión en el Descenso al Nibelheim. Con acierto y controlando tensiones manejó Pons la transición a La Valquiria que tuvo una incandescente Cabalgata de Las Valquirias para realizar un buen control dinámico y frasear con transparente y buen gusto en el Adios de Wotan. Más imaginativo y evocador estuvo en un diáfano Murmullos del bosque que trazó cuidando las dinámicas para enlazar con una imponente Muerte de Fafner con excelente desempeño de la sección de metales en conjunto de la orquesta. La parte final mostró a un Pons más cómodo en la Muerte de Sigfrido y marcha fúnebre y, sobre todo, en la Inmolación de Brunilda, complejas secciones en las que consiguió un equilibrio sinfónico que permitió el resalte de diversos leitmotivs recursivos incidiendo en la aproximación comunicativa del director catalán. En resumen, un esfuerzo notable por parte de una Orquesta Nacional de España que tuvo, de mano de Josep Pons, un buen y muy meritorio desempeño ante una música nada sencilla de interpretar.
Justino Losada
Orquesta Nacional de España / Josep Pons
Obras de Wagner (arregladas por Lorin Maazel)
Ciclo Sinfónico - Orquesta y Coro Nacionales de España. Temporada 2024/2025
Auditorio Nacional, Madrid