El undécimo programa de abono de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su sede vallisoletana traía dos partes bien diferenciadas, una dedicada a Mozart y otra a R. Strauss. Para la primera, Obertura de Don Giovanni o Il disoluto punito, KV 527 (1787) y Concierto para violín y orquesta nº 5 en La M. ("Concierto turco"), KV 219 (1775), con Pinchas Zukerman (Tel Aviv-Yafo 1948) como solista de violín, el "Dushkin" Guarnerius del Gesù, 1742. Y en la segunda, el poema sinfónico Don Quixote, op. 35 (1897), Variaciones fantásticas sobre un tema de carácter caballereesco para cello, viola y orquesta; fue su dedicataria Mª de la Paz de Borbón, Princesa de Baviera, difusora allí de la obra de Cervantes; como solista la pareja formada desde 2004 por Amanda Forsyth (Ciudad El Cabo, 1966, canadiense de nacionalidad), que toca un cello Carlo Giuseppe Testore, 1699, y el propio Pinchas Zukerman, ahora a la viola desde la orquesta. Como Director invitado, Alexander Liebreich (Ratisbona, 1968), Titular en 2012-18 de la Sinfónica de la Radio Nacional de Polonia, de 2018-22 en la de Radio Praga y desde Octubre de 2022, Titular y Artístico de la Orquesta de Valencia.
El comienzo con la Obertura y 40 cuerdas fue un poco descorazonador pues, quizá porque el tiempo de ensayo se dedicó al resto del programa, no se le dio la categoría que tiene y Liebreich sólo pudo exhibir oficio, sin ninguna profundidad en el breve pero intenso Andante e ignorando la ambivalencia del "dramma giocoso" que es Don Giovanni en el Molto allegro final, aunque la Obertura no presente temas de la ópera, salvo esos primeros 30 compases, retomados para la aparición de la estatua del Comendador. Una lástima porque bien pudiera no haberse tocado.
Afortunadamente, de las 32 cuerdas, 2 oboes y 2 trompetas que utilizó el Concierto, se hizo cargo el propio Pinchas Zukerman que, como si hubiese dado la voz de ¡vamos a hacer buena música de Mozart! y fuese seguido de modo incondicional por todos, nos dio unos 28 minutos de auténtico placer. Sólo intervino como Director en lo imprescindible: introducción del gran Allegro aperto para marcar tiempo, línea y, sobre todo, estilo, hasta su entrada como solista, dejando luego al grupo como fiel acompañante, al mando de las leves marcas de Pacali Pavaçi, magnífico concertino invitado y el propio sentir de su cuerpo, pura y brillante llama musical que alumbró toda la interpretación, con un sonido clásico especial, cristalino y natural, que salva dificultades técnicas sin esfuerzo y quema de auténtica expresión, con una sutil cadencia que despidió el conjunto con él.
El Adagio central único en Mozart aquí, que también introdujo a la mano, tuvo una lírica inmensa en su Mi M. de canción tripartita, de acompañamiento sencillo pero hecho con finura particular por los 4 vientos participantes, unidos al mismo sentir que el Maestro. Y llegó el elegantísimo Menuetto del Rondó final, con exquisitos enlaces y contrastes entre las secciones, con ese paso a La m. y esa muestra de la muy de moda "música turca" que adjetiva al concierto, donde los cellos juegan con el "arco del revés" para percutir las cuerdas, los preciosos sforzzandos unidos y exactos. Toda una serie de bellezas que nos devolvieron el Mozart fantástico, infrecuente y sorprendente. La reacción de la Sala, casi al completo, fue instantánea y fulgente, notándose además la propia satisfacción de los intérpretes, con un Zukerman satisfecho de sí y, sobre todo, de la Música conseguida, repetidamente y calurosamente ovacionada.
Y vino R. Strauss con su Don Quixote, 14 aventuras extraídas de la novela cervantina y tratadas como Introducción, Tema del Caballero, Tema de Sancho, 10 Variaciones y Final. Alexander Liebreich quería probar que su experiencia daba mucho más de sí que lo mostrado, y lo logró. Mantuvo buen ritmo interpretativo, atendió a la libertad de expresión de los solistas: Amanda Forsyth, cello de brazo decidido, sonido grato, homogéneo y amplio, y con muy buen gusto y gracia en su papel del Caballero; y Pinchas Zukerman a la viola como Sancho Panza, solvente y gran músico, que se unieron a momentos estupendos de la OSCyL, tanto en solistas como arpa, clarinete bajo, bombardino, oboe, momento estupendo de fagotes, cuarteto de cuerda, el "frulato" en las trompas para imitar a los corderos, el eolífeno y todo el resto de la numerosa plantilla con 57 cuerdas, que siguió sin dudas todos los gestos del Director para "variar" realmente las 10 propuestas, dando unidad y sentido al conjunto y despidiendo en triunfo otra sesión que dejó un Mozart perdurable.
José M. Morate Moyano
Amanda Foryth, cello y Pinchas Zukerman, violín-viola
Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Alexander Liebreich
Obras de W. A. Mozart y Richard Strauss
Sala Sinfónica "Jesús López Cobos" en el CCMD de Valladolid