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Crítica / Y la noche fue una fiesta - por Juan Francisco Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 11/05/2022

El decimotercer concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria se presentaba bajo el título de “Fiesta latinoamericana” y ciertamente no se puede calificar de otra manera lo que se vivió en el Auditorio Alfredo Kraus de la mano del trompetista Pacho Flores y el director Manuel Hernández Silva, con la colaboración de Leo Rondón al cuatro venezolano.

Flores es un músico fuera de serie, un coloso de la trompeta con la que hace lo que quiere, de un virtuosismo desaforado que vuelve aparentemente fácil lo difícil, manteniendo siempre una exuberante expresividad y un sonido riquísimo en color tímbrico y potencia sonora, a lo que contribuye su empleo de distintos tipos de trompeta.

Las 2 piezas presentadas amalgaman ritmos y danzas tradicionales latinoamericanos: merengue, Danzón, Joropo, en el caso del Concierto Venezolano de Paquito D, Rivera y cantos de trabajo venezolanos en los Cantos y Revueltas del mismo Flores, con las tradiciones cultas del concierto para solista y orquesta, en una forma libre más propia de la Fantasía o Rapsodia que del concierto tradicional en tres movimientos.

El Concerto Venezolano de Paquito D’rivera está orquestado para cuerdas junto a una escueta sección de maderas y metales a los que se unen una amplia percusión, piano, arpa y celesta, junto a una importante parte para cuatro venezolano, de los que extrae un sonido cercano a la música latinoamericana más comercial, mientras que la obra de Flores, para cuerdas que también incluye el cuatro venezolano, presenta una instrumentación más refinada, incorporando varios fugados.

La respuesta del público fue entusiasta, en parangón con la entrega y virtuosismo ofrecidos sobre el escenario. Con todo me gustaría matizar algo sobre Pacho Flores. Su excepcionalidad está fuera de duda, pero precisamente por ello debería equilibrar más sus interpretaciones. En mi opinión faltó el necesario contraste, todo fue excesivamente unidireccional, con ritmos desaforados y sonoridades hercúleas de la trompeta, que incluso se comían a la orquesta. Los momentos poéticos, donde el sonido se recoge en un susurro, prácticamente brillaron por su ausencia. Es cierto que tal vez las piezas no daban mucho margen a ello, pero un músico inteligente, y Flores lo es, debe saber incorporar la necesaria variedad a sus interpretaciones.

La Sinfonía nº 1 de Kalinnikov había iniciado la velada, en una lectura vehemente, que destacó por su fuerza rítmica y colorido instrumental, plenamente finisecular, que recoge muchas de las características de la mejor música rusa del XIX, con frecuentes alusiones a la música popular que la batuta se encargó de remarcar, junto al carácter ampliamente cantable de muchos temas como el que protagoniza el hermosísimo Andante. En conclusión, una soberbia velada que trajo nuevos aires a los conciertos de abono de la Filarmónica de Gran Canaria.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Pacho Flores, trompeta. Leo Rondón, cuatro venezolano.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Manuel Hernández-Silva.

Obras de Kalinnikov, Paquito D'Rivera, Pacho Flores.

Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.

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