Wladimir Rosinskij estrenaba PangoliNN con la Orquesta Sinfónica de Galicia y Josep Pons, obra que venía precedida de trabajos como el Concierto Misterio, para chelo, contrabajo, orquesta sinfónica y electrónica, un encargo de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas y la Fundación SGAE, tras haber ofrecido obras como Taymir, estrenada por Natalia Tchitch y David Quiggle.
Destacan en su quehacer, los dominios de un claro poliestilismo que mezcla timbres, estilos y el protagonismo de nuevos instrumentos. Rosinskij se decidió por el ejercicio de la composición, tras su traslado a Viena para incorporarse en estas labores en la Hochschule für Musik y poco antes de integrarse en la OSG, en 1997, momento en el que el primer estímulo de peso, le vendrá a través de Víctor Pablo Pérez.
PangoliNN, o los miedos que nos atenazan dio pie a esta pieza estremecedora, que en su reparto de los tiempos, muestra un Allegro tramado por un pesante ostinato de cuerdas hasta unos glissandi de chelos y trombones que puntualizan la carga dramática, acentuada por percusiones hirientes, vibráfono hasta detalles de viento madera, con inquietantes intervalos disonantes en el Andante, acentuados que sugieren los estado límite de una situación angustiante. Turno para relevos entre fagotes, clarinete bajo, corno inglés, contrafagot reflejan ese recorrido acelerado que remarcarían esos instrumentos retomando el tema de referencia del pesante PangoliNN. Que las divinidades de la fortuna, nos cojan a buen recaudo. El oficiante Josep Pons, no cejó en su empeño por este programa servido con un calculado grado de conciencia.
Franz Schreker con una obra peculiar, Vospiel zu eine drama, compositor que destacará por óperas como Der ferne Klang, Der Schatzgräber Der Schmied von Gent o Die Gezeicheten, y cuya recepción no resultará fácil, hasta que recientemente, comienzan a salir del ostracismo. Un judío austrohúngaro, con el estigma arrastrado por una época patética, y que con todo respondía a los beneficios culturales de la República de Weimar, sobresaliendo en los planteamientos por la acentuación de los personajes. Algo encontraremos de Richard Wagner, un Puccini, en la distancia, aunque no el verista; derivados impresionistas de Claude Debussy y un tanteo en sus vecinos de la Segunda Escuela Vienesa.
El músico dirá de sí mismo: Soy impresionista, expresionista, internacionalmente futurista, verista musical; judío, y de éxito, gracias al poder judío; cristiano y fabricado por una camarilla católica bajo el padrinazgo de una princesa vienesa archicatólica. Soy un artista de la música, un mago de la música, un esteta de la música…y no tengo pizca de sentido melancólico. Y soy un metodista de la más rara especie, pero un armonista anémico, perverso ¡aunque un músico pura sangre! Soy desgraciadamente, erotómano y ejerzo un efecto malsano sobre el público alemán.
Aquel período crucial de entre guerras, que marcó un punto álgido en el que una arriesgada generación pretende romper con la precedente saturada de un post-romanticismo llevado hasta la saciedad, bajo la dependencia de reconocidos academicismo, manteniendo un ideario sin mácula, en una posible vanguardia en la que aparecen Ernst Krenek, Alois Hába, Bertohld Goldsmidt, que se habían formado con él, en sus aulas de Berlín. Vorspiel zu eine drama, perfecto cuadro de síntesis en su orquestación: los chelos doblados por violas entre arpegios y acordes de piano, arpas, celesta y violines, enmarcados por dinámicas ostentosas en un luminoso crescendo en un climax llevado a la máxima expresión.
Selección de la ópera Elektra, en arreglo de Manfred Honeck y Tomás Ille, que podrá aproximarnos al quehacer del autor en Ein Heldeleben o Tod un Verklärung. Aquella visión de la Grecia clásica según su apreciado Hofmannsthal y siguiendo quizás el espíritu dionisíaco de Nietzche. Un tamiz pasado por la criba del psicoanálisis que trata al personaje fundamental planteando no saña la venganza sangrienta. La obra de Óscar Wilde valdrá como irrenunciable inspiración como bien sabemos, pero será músico y libretista quienes acaben decidiendo para este proyecto plagado de oscuras indagaciones en las pulsiones más siniestras.
El leitmotiv resultará la permanente confrontación entre Elektra y Clitemnestra consiguiendo con ello la obra más tensa del músico, caracterizando los aspectos marcados por un lenguaje hipercromático que con fortuna, bordea la atonalidad. Página muy a tono para este programa, que los arreglistas vislumbrarán en un estudiado planteamiento de ordenación.
Ramón García Balado
Orquesta Sinfónica de Galicia / Josep Pons.
Obras de Wladimir Rosinskij, Franz Schreker y Richard Strauss.
Palacio de la Ópera, A Coruña