El sevillano Juan Pérez Floristán y el palermitano Fabio Biondi se dieron cita en Madrid para profundizar en las sonatas a dúo vienesas compuestas por Mozart, Haydn y Schubert. El orden en que interpretaron estas sonatas no es el cronológico, más bien parece elegido por el ambiente tonal.
Comenzaron por la Sonata nº 23 KV 306 compuesta por Mozart en 1778. A estas primeras sonatas las denomina Clavierduetti con violín, otorgando a este un papel secundario o de acompañamiento. Aquí pudimos escuchar a un pianista que toca con entusiasmo y maneja el instrumento con soltura y afianzada técnica, añadiendo a todas las dificultades resueltas la de un cuarto pedal que con el pie izquierdo acciona cuando toca pasar la página de la tablet en la que lee la música. El maestro Biondi actuó como buen musicólogo, acompañando esta vez.
Continuaron con otra sonata de juventud. De las seis sonatas compuestas por Schubert para violín y piano, las tres primeras op. 137 las compone en 1816 y las denomina sonatinas. En esta pieza es cuando empezamos a oír al dúo en diálogo y entendimiento constante. En el Andante de la sonatina, Biondi asume su papel en un protagonismo compartido que ya no abandonó en todo el concierto.
Después de un descanso pudimos escuchar otra de las sonatas de Mozart, la nº 32 KV 454, de las denominadas Sonatas de Mannheim. Esta sonata la escribe para sí mismo con motivo de actuar junto a la violinista de moda en la Viena de aquel tiempo. En carta escrita a su padre en 1784 dice: “Tenemos ahora aquí a la famosa Strinacchi de Mantua, es una violinista muy buena; hay mucho Gusto y Sentimiento en su forma de tocar. Precisamente estoy componiendo una sonata que tocaremos juntos el jueves en el teatro durante el concierto ante el Emperador”. La sonata ensalza el virtuosismo de los intérpretes y aquí utiliza, como en las sonatas para piano, la táctica de los contrastes en frases cortas que usa en la ópera cómica, con rupturas súbitas del discurso musical provocando la sorpresa en el oyente. La sensación de juego está magníficamente planteada por Biondi y Floristán. Ellos mismos se divierten haciéndonos partícipes de la vitalidad y entusiasmo de la escritura mozartiana en esta sonata.
Para concluir interpretaron una pieza de madurez, la sonata nº 7 Hob III:82, compuesta por Haydn en 1779 a partir de los temas empleados en el Cuarteto op. 77, nº 2. Podemos considerarla una transcripción y posiblemente es por eso que no se escucha con frecuencia. El resultado es de una original belleza y equilibrio y esto es, como todo Haydn, muy exigente para los intérpretes.
Fabio Biondi y Juan Pérez Floristán remataron así un espléndido concierto. La madurez del violinista supo ceder protagonismo al joven, impetuoso y excelente pianista, haciendo honor así a su reconocido prestigio como músico y musicólogo.
Antes de irnos nos regalaron el minueto de la sonata K 302 de Mozart, en mi menor, una tonalidad melancólica poco usada por el autor y que nos llegó como una triste pero tierna despedida.
Sol Bordas
CNDM / LICEO DE CÁMARA XXI
Fabio Biondi, violín; Juan Pérez Floristán, piano.
Auditorio Nacional de Música, Madrid.
Foto © Ben Vine / CNDM