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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Véronique Gens y Juan de la Rubia en la cabecera - por Ramón García Balado

A Coruña - 20/12/2022

Ottorino Respighi, tan frecuentado por vistosas páginas de atractivo colorista y  paisajístico como La Boutique fantastique, Las fiestas romanas, Gli Ucelli- suite que se entretiene por un mundo de las aves- o la Rossiniana, fue siempre artista de fortuna, dignidad que se mantiene en nuestro tiempo. Para esta sesión, una pieza de juventud como Preludio, Coral y fuga, breve en lo posible, trabajo de años de formación mientras estudiaba con Giuseppe Martucci-quien alabará esta pieza de presentación-, tras haber probado la docencia de Federico Sarti, en Bolonia y continuar en San Petersburgo con Rimski-Korsakov, que sabría encauzar una trayectoria que prometía, y de ello saldrá esta pieza que anuncia una línea a seguir, pieza que el maestro ruso estrenará en el Teatro Imperial Ruso, de aquella ciudad, en 1901. En esas fechas, obras como Piccola Ouverture o Preludio para orquesta, son  un sello de identidad. Obra plástica y colorista para conceder al director Roberto González-Monjas el merecido reconocimiento a una labor que mostró a lo largo de todo el concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Véronique Gens, soprano apreciada por las ocasiones en las que pudimos escucharla, es esa cantante muy asociada a los barrocos, tras gozar del magisterio de maestros como William Christie, Marc Minkowski, P.Herreweghe, Chistophe Rousset, René Jacobs o J.C.Malgoire, y que en otros ámbitos estilísticos, se acercan con devoción al romanticismo  y compositores en el género de la mélodie- ductilidad y versatilidad como la ofrecida en su concepto del Berlioz tan impregnado en su sensibilidad- , de los que dejó muestras en cuidado registros. Trabajos como el grabado con Roger Vignoles- Nuit d´etoiles (Fauré, Debussy o Poulenc) o L´Enfence du Christ, con el College Vocale /La Chapelle Royale, con Philippe Herreweghe. En su voz, Les Nuits d´eté Op. 7, de Hector Berlioz. Piezas que  indistintamente  escuchamos en versiones para voz con acompañamiento de piano o en esta propuesta orquestal. Los  poemas de su amigo Théophile Gautier, de su colección La Comédie de la morte (1838) y que tardará en abordar el tratamiento orquestal, que al parecer de opiniones autorizadas, cobrará su verdadero sentido. Diversidad y complejidad en grado de intensidad expresiva.

Villanelle, un colorido destellante en sus posibilidades tímbricas, marcando cada verso en una tonalidad distinta, con un guiño anunciado por el oboe, con stacatti de maderas al modo del inicio de Troyanes. Le Spectre de la rose, definido por tres estrofas variables en una progresión dramática, dentro de una variación continua, cuyo simbolismo musical, resultó determinante. Es la joven del poema, quien recibe en sueños la visita del espectro de la rosa que llevaba la víspera en el baile y que ha  muerto por haberla velado toda la noche. Destacó esa importancia simbólica en la que los instrumentos, confirmaron las pretensiones poéticas. Los deslices del espectro, su danza y la evocación de De profundis. Maderas y arpa, observan vagante una aparición saturnal. Sur les lagunes, fue el lamento marcado por una regular ondulación, hacia una evolución sublime que nos llevó a una manifestación del pesar, entre  armonías destacadas por  la orquesta, en una conclusión suspendida. Absence, una forma sencilla y subyugante, en dos estrofas, y  cuya melodía, podrá trasladarnos a la adaptación de un aria de Gluck, aparecida en el intermedio de Erigone, sobria en su invención musical.

Au cimetière, Clair de lune, un juego armónico de exquisita musicalidad que inspirará obras posteriores de Duparc y que en conjunto, mélodie  que destacó por su notable sobriedad, aspecto que ya se observa en la versión para el piano, destaca el cuidado en el tratamiento de las flautas, en su efusión musical, evocando un rayo de luna. L´ Ille inconnue, a la vez feliz en su transcurso, gracias a una sexta napolitana nostálgica. El primer verso L´aviron est d´ivoire, resulta una variación del siguiente Est ce dans la Baltique, y el tercero, Menez moi, dit la belle, se inspira en ambos. .       

Saint Saëns con la Sinfonía nº 3, en Do m. Op 78 (con órgano), un compromiso para la Sociedad Filarmónica de Londres, para su estreno el 19 de mayo de 1886, bajo su dirección, antes presentarla en París, un año después, con éxito considerable y en una dedicatoria personal a Ferenz Liszt, en calidad de In memoriam. La herencia de la escuela Niedermeyer, podrá revertir en su imaginación creativa, en cuanto a este trabajo sinfónico. Cuatro tiempos que se encadenan por pares y en los que el órgano, aparece en el segundo y el cuarto y el piano en otros dos.  Juan de la Rubia, condensó las dimensiones expresivas de los instrumentos exigidos, valiéndose de un órgano de triple teclado, estilo de iglesia sin tubos, electrónico y marca Schwindler. Prestigiado organista al que conocemos en mayor medida por su escuela forjada con Óscar Candenedo, Wolfgang Seifen, Kon Kopman a lo entrañable Monserrat Torrent. En la sinfonía,  el Adagio-Allegro moderato, en  forma de lento preludio introductorio, avanzaba con las maderas al unísono,  un Allegro marcado por un dibujo en la cuerda para ceder espacio al teclado, con cita del Dies irae, un tema que aparecerá en el desarrollo de la obra en distintos aspectos.

El Poco Adagio, destacaría  por la belleza de su melodismo y por su elocuencia manifiesta, recurso de importancia en el compositor, y en el que la cuerda se hace valer por una destacada extensión. Será el órgano quien se imponga por sus grandes acordes, en un imaginativo recurso que recreará la luz de las vidrieras. Un tema inicial, se repetirá en doble episodio por los trombones y las trompetas, y para cerrar el tiempo, una melodía de contraste a cargo de violines. Ofrecía el  Scherzo, su tema vigoroso preparado por  los violines,  en escalas ascendentes. Un fugato  intencionado, preparado por un solo de violín, fue el puente grandilocuente hacia el Finale, en el que el órgano, cargado de posibilidades expresivas, dueño y señor de la obra, fue arropado por  las cuerdas en  un planteamiento elaboradamente contrapuntístico. Tiempo grandioso que reclamó en la  orquesta un despliegue de recursos en sus mayores exigencias.

Ramón García Balado

 

Véronique Gens, Juan de la Rubia.

Orquesta Sinfónica de Galicia / Roberto González-Monjas

Obras de O.Respighi, H.Berlioz y C.Saint-Saëns

Palacio de la Ópera, A Coruña

 

Foto © Alberte Peiteavel

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