Ante la incertidumbre del nuevo cierre, esperemos que temporal, de los cines, teatros y salas de conciertos en toda Cataluña, aunque en las estadísticas no aparezca ningún caso de contagio por Covid-19 en dichos recintos (la cultura es segura), Iván Martín, la Orquestra Simfònica Camera Musicae y Tomàs Grau, ofrecieron una velada pasional y entregada de la mano de dos obras maestras bellísimas, que forman parte indiscutible del repertorio desde sus tiempos de estreno mundial.
En el “Concierto para piano nº 2” de Rachmaninov, Martín emprende la famosa serie de acordes de piano introductorios es un crescendo simple, el primer tema es casi hacia adentro, y la marcha hacia el clímax del desarrollo absoluto. Sus arpegios turbulentos, octavas estrepitosas y arabescos veloces están perfectamente articulados. Sin duda se nota que “la tentación vive arriba”, como diría Billy Wilder.
En el hermosísimo Adagio Sostenuto central, que cavila profundamente al comienzo, toma vuelo en su clímax y cadencia, y luego inesperadamente retrocede en sí mismo al final, dejando flotando la belleza lírica romántica en la acústica de la sala. Esta breve eflorescencia predice la electrizante fuerza del Allegro Scherzando final. Por fin, Martín estimula la obra y la conduce hacia la gloria, atravesando matorrales de notas de treinta segundos, lanzándose sobre ráfagas de acordes de ocho y diez notas, y cargando con valor a través de la colosal coda para salir victorioso. Ayudado e instigado por Grau y entregada OCM. El sonido es vívido y colorido, con una maravillosa sensación de lugar en la interpretación en vivo.
La otra obra hermosa y apasionada es la “Sinfonía nº4 en mi bemol mayor, op. 98” de Brahms. La lectura de Grau es amplia y detallada. Así que es hasta el final; el final de pasacalles que no es un neobarroco incipiente sino una pieza arrolladora de puro impulso (lo que tiene sentido, dado que Beethoven pensaba así en las formas barrocas). Este es el archirromántico Brahms, elaborado vívidamente incluso en los detalles más pequeños, con inmediatez y fuerza. La tragedia implacable de la Cuarta se muestra enraizada en la partitura, y en la psicología personal de Grau ante los tiempos que corren.
Luis Suárez
Iván Martín, piano
Orquestra Simfònica Camera Musicae / Tomàs Grau
Obras de Rachmaninov, Brahms
Palau de la Música, Barcelona