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Crítica / Vehemente David Afkham traduciendo la Sexta de Mahler - por Justino Losada

Madrid - 07/04/2025

Regresó David Afkham al podio de la Orquesta Nacional de España el pasado viernes con una obra que dirigió seis años antes con la misma formación, la Sinfonía No. 6 de Gustav Mahler, trayendo, además, un pan bajo el brazo: la grabación de las sesiones para editarse como nuevo registro fonográfico en el sello de la propia orquesta. Así pues y con tales objetivos se anunciaba un concierto que daría mucho de sí.

Recién casado con Alma Schindler, Mahler comenzó su Sexta sinfonía en su casa de verano de Maiernigg en 1903 para concluirla al año siguiente, en un período realmente fecundo y optimista tras el nacimiento de su segunda hija.  Tras su estreno en Essen en 1906 la revisaría ese mismo año. Obra colosal en la producción mahleriana por su nutrida orquestación y temática, tuvo una buena acogida entre el público en su estreno si bien la crítica la recibió de manera dispar, quizás como el propio Mahler había vaticinado. Alumbrada como una obra de mal presagio, de irresoluto conflicto entre lo positivo y lo negativo, entre el héroe y su destino, su mensaje y densidad influyeron de lleno a la vanguardia de la aflorante Segunda Escuela de Viena.

La Sexta Sinfonía es también una obra creada en torno a Alma, su esposa –representada en el bellísimo segundo tema del primer movimiento- y, en buena medida, liberadora del talento del compositor en aquella época tal y como apunta el añorado Pérez de Arteaga. El carácter ominoso de la partitura de la psicoanalizada batalla entre el héroe -el propio Mahler- y su porvenir pareció finalmente sobreponerse al positivo clima en el que se compuso ya que el fatalismo golpeaba a la vida del compositor al fallecer repentinamente la primera de las hijas de Mahler en 1907 tras estrenar la sinfonía. Descrito como un retrato del propio compositor según la propia Alma Mahler, el cuarto movimiento recogía los tres golpes del destino, el último de los cuales, posteriormente retirado del pentagrama, fue fatal. Ya no es el destino el espejo del héroe sino la propia muerte, la que aparece certera, contra la que lucha. Y no solo la de su hija, sino la suya propia tras el diagnóstico de la endocarditis bacteriana que acabaría con su vida en 1911 y la también dramática renuncia forzada a la Ópera de Viena en el mismo 1907.

Así pues, con este marco, el planteamiento de David Afkham al frente de la Orquesta Nacional quedaba bien definido, sobre todo en relación a la continuada búsqueda de contrastes entre el lirismo de temas bien fraseados y una vehemencia agresiva, tan militar como grotesca, que también encaja en el cosmos mahleriano. Así se demostró en la marcha del Allegro enérgico con el que abre la sinfonía y, también, con la prestación de una nutrida sección de cuerda que empastó con perfección y calidez en el tema de Alma. En lo relativo a la construcción, no decayó en momento alguno, manteniendo el director alemán la tensión en todo momento, aspecto que se proyectó a la totalidad de una interpretación de corte apolíneo.

Siguiendo con la relación Andante-Scherzo, el Andante fue de lo mejor del concierto. Con un muy medido y elegante rubato, Afkham insufló direccionalidad al tiempo haciendo brillar sus tres temas gracias al buen hacer de las familias instrumentales implicadas, ofreciendo, especialmente las maderas, un buen despliegue de lirismo.  Junto a una cuerda que cantó bien empastada y que fue construyendo, a las órdenes de Afkham, los sucesivos clímax con lógica, cabe remarcar el excelente papel de de las arpistas Coline-Marie Orliac y Celia Blanco, así como los solos de la concertino Valerie Steenken añadiendo pulsión dramática y cierto misterio, sobre todo en el tercer tema. El Scherzo se mantuvo fiel al tiempo inicial, con un planteamiento vitriólico, prácticamente expresionista que resaltó lo más cromático de la partitura, al igual que el tremendo Finale cuyos golpes de martillo resonaron secos, como hachazos. Así sonaron también los golpes del destino en el timbal, jalones del movimiento entre tensos y bien construidos clímax que Afkham supo retener con perspicacia, apuntalando una versión de un envidiable equilibrio orquestal, gracias, también, a una muy inspirada y aérea sección de metales. La vertiginosa reexposición final nos llevó al estallido conclusivo que, como es habitual, no nos permitió sedimentar mentalmente lo escuchado tras el último pizzicato por la precocidad aplaudidora del público del Auditorio Nacional. Aun así y sin lugar a dudas, un fantástico concierto para el disco, desde luego, pero también para el recuerdo.

Justino Losada

 

Orquesta Nacional de España / David Afkham

Mahler: Sinfonía No. 6

Ciclo Sinfónico - Orquesta y Coro Nacionales de España. Temporada 2024/2025

Auditorio Nacional, Madrid

195
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