La entrecortada beatitud instrumental a nuestros oídos de siglo XXI, de la Sonata a seis de Antonio Bertali creó una atmósfera de cristalina pureza que, a la postre, no abandonó, en abarrotada Sala de cámara del Auditorio Nacional, el concierto de la Akademie für alte Musik Berlin integrada por los músicos que se citan en el faldón de esta crítica. Un conjunto instrumental de plantel: sexteto de cuerda, arpa y, clave u órgano.
Pero fueron, de seguido, las versiones de Marco Uccellini (Sonata décimo octava, op. 4) o, el más alejado cronológicamente hoy, Giulio Caccini (Amarilli, mia bella, de Las nuevas músicas), las que nos trajeron turbadores aromas expresivos con cambios de tempi y dinámicas que quizás hayamos olvidado en la sima de los tiempos y que, muy al contrario, lograron con pasmosa sencillez, afectos y emociones intensos.
Elocuente plasticidad instrumental sin hacer uso de exceso alguno, delicadeza y afinación al límite, aparente frágilidad directamente proporcional a un apabullante efecto expresivo que, sin exagerar, te obligaba a contener instintivamente la respiración.
Y es que, sobre la marcha, no parecía que aquella altura emotiva en esta singular combinación partitura/versión, pudiera superarse esta noche de "Universo barroco" del Centro Nacional de Difusión Musical.
No en vano este convulso y creativo tiempo de Monteverdi, un sorprendente primer barroco ciegamente "progresivo", liberado de las futuras ataduras de funcionalidad armónica, ha sido encumbrado más o menos en serio, "boutades" aparte, como cénit de la historia de la música occidental.
Continuos cambios dramáticos de ánimo y "ánima", en un lenguaje instrumental muy conectado en este sentido de una música vocal de la que trataba de liberarse y, por ende, a una ya adivinada proto-ópera incipiente.
Y, así, a aquellos nombres se sumaron Andrea Falconieri (Pasacalle a tres), Giovanni Valentini (Sonata a cinco en sol menor), Giovanni Antonio Pandolfi Mealli (Cuarta sonata para violín y continuo "La biancuccia“) y, por fin, una breve suite de piezas de Biagio Marini (de su op. 22) con sus bailes, corrente y zarabanda... oportunos para rematar tan estimulante y turbadora primera parte.
Tras el descanso, con los más familiares: Legrenzi, Ferrari, Monteverdi y, un Biber de sereno y serenata, breve incursión vocal incluida, se abundó más en chaconas y pasacalles, improvisadas o no. Un género generoso por duración, consustancial variedad y posibilidades técnicas, habitual también en programas nutridos con músicas de este periodo.
Luis Mazorra Incera
Akademie für alte Musik Berlin: Georg Kallweit (concertino), Kerstin Erben, Clemens-Maria Nuszbaumer, Stephan Sieben, Jan Halfter, Annette Rheinfurth, Siobhán Armstrong y Raphael Alpermann.
Obras de Bertali, Biber, Caccini, Falconieri, Ferrari, Legrenzi, Marini, Monteverdi, Pandolfi Mealli, Uccellini y Valentini.
CNDM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Elvira Megías