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Crítica / Una obra maestra para  “musicólogos” - por Francisco Villalba

Madrid - 26/02/2024

Pierrot Lunaire de Arnold Schönberg, o para darle su título completo Dreimal sieben Gedichte aus Albert Girauds “Pierrot lunaire” (Tres veces siete poemas de 'Pierrot lunaire' de Albert Giraud), es un melodrama en el que un solo cantante interpreta unos poemas en el estilo expresionista Sprechstimme.

Es decir, en una forma situada entre el habla y el canto. Schönberg prescribía que se respetaran los ritmos indicados en la partitura, pero que, mientras que en el canto normal se mantiene un tono constante a través de una nota, aquí el cantante debería "abandonarlo" subiendo o bajando

La orquestación es mínima: una flauta, un clarinete, un violín, un piano y un violoncelo además de “una voz” de la que no se especifica si es der hombre o de mujer.Los veintiún poemas así dispuestos provienen de un ciclo de cincuenta del poeta belga Albert Giraud, habitualmente asociado al movimiento simbolista, que fueron publicados originalmente en 1884. El protagonista es Pierrot, el personaje de la Commedia dell'Arte italiana, revisado más tarde en Francia.

Los 21 poemas que integran la obra están divididos en trece versos, con dos estrofas de cuatro versos seguidas de una tercera de cinco versos (los dos primeros versos se repiten en los versos siete y ocho, y el primer verso vuelve a ser el último (la llamada forma "rondel"). Al igual que con el timbre, Schoenberg utiliza un arsenal de formas que varía constantemente, en contrapunto con la forma estable del texto. Aunque los poemas tienen características muy diversas, Schoenberg traza una estructura narrativa global en tres partes, integradas por siete poemas cada una de ellas.

En la primera sección vemos a Pierrot en el éxtasis de la inspiración, obsesionado con su amada Colombine y con su propia imagen. Pero el ambiente se vuelve más obsesivo, enfermizo, "loco". En la segunda (números 8-14) se sumerge en una grotesca noche de sacrilegio y locura, que alcanza su clímax con la alucinante decapitación de Pierrot por la luna. Por último, la sensación de opresión se aligera cuando los siete melodramas finales llevan a Pierrot de vuelta a su Italia natal y a los recuerdos del pasado.

Pierrot Lunaire es una enciclopedia en miniatura que abarca elementos tradicionales como: un vals (números 2 y 5), una passacaglia (número 8), una ópera buffa (número 10), una canción con percusión (número 12, que suena como una especie de rap atonal), un minué (número 16), un concierto (número 19), una barcarola (número 20) y la propia canción artística alemana (número 21).

El Teatro Real, en el escenario del Teatro de la Abadía, nos ha propuesto esta obra, para muchos, esencial en la evolución der la música, entre ellos Stravinski, que en una ocasión comentó que Pierrot Lunaire era “el plexo solar y la mente de la música del siglo XX”, y en otra alabó la “sustancia instrumental” que “le había impresionado inmensamente”. Y al decir “instrumental” no se refería simplemente a la instrumentación de esta música sino a toda la estructura contrapuntística y polifónica de esta brillante obra maestra”.

En la representación ofrecida en el Teatro de la Abadía, procedente del Teatro Liceo de Barcelona, se ha contado con un intérprete, Xavier Sabata, que además de ser Pierrot ha ideado el espectáculo con una simple escenografía basada en una plataforma redonda que gira constantemente y una luminotecnia muy expresiva que se adapta al hermético contenido de los textos, a los que Sabata ha añadido una dramatización consistente en una conversación entre Pierrot y Narciso, que por cierto se escuchó bastante mal. Sabata se dejó la piel interpretando al personaje y se vio impecablemente secundado por los solistas de la Orquesta del Teatro Real.

Una obra imprescindible, sin embargo, para cuatro estudiosos, pero muy bien servida.

Francisco Villalba

 

Pierrot Lunaire, de Arnold Schönberg

Sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía, Madrid

Xavier Sabata, Pierrot

Jordi Francés, director musical

Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real: Pilar Constancio (flauta y piccolo), Ildefonso Moreno (clarinete y clarinete bajo), Sonia Klikiewicz (violín y viola), Natalia Margulis (violonchelo)- y Karina Azizova (piano).

 

Foto © Javier del Real

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