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Crítica / Una noche menos rutilante - por Francisco Villalba

Madrid - 22/09/2024

Creo que en 2005 alguien me comentó “ya os caeréis del guindo”, pretendiendo frenar mi entusiasmo por Juan Diego Flórez, al que en 1996 había escuchado su clamoroso salto a la fama en el Festival de Pesaro cantando el Corradino de Matilde di Shabran de Rossini.

Pues los años han pasado y Juan Diego, un caso milagroso para un tenor de su cuerda, sigue siendo un grande con ciertas sombras, sí, pero un grande.

Flórez, una vez más, ha dejado constancia en el Teatro Real de su técnica irreprochable, de su línea de canto sin fisuras, aunque en el tono medio la voz se le haya oscurecido un tanto, lo que no le permite hacer aquellos inverosímiles pianos a los que siempre nos ha tenido acostumbrados; ahora, en muchas ocasiones abusa de una exhibición de agudos, no siempre bien resueltos, que considero innecesaria ya que es bien sabido que en esa zona es casi insuperable.

Permanecen un fraseo fuera de serie, una dicción impecable, tanto en italiano como en francés y como en español, y mantiene la columna sonora de su canto en buen estado, pero ya con fisuras. Destacaría sus interpretaciones de L’amour!... Ah, lève-toi, soleil, de Roméo et Juliette, de Gounod, cantada con una emocionante, pero un tanto pacata, pasión juvenil y el aria de Paris Au mont Ida de La belle Hélène, en la que mostró con exquisitez, jamás Juan Diego es vulgar, su vertiente picaresca.

En la sección dedicada a la zarzuela eché de menos un poco más de “garra”, una ejecución de las obras menos edulcorada

Posteriormente con la guitarra canto “Paloma querida” de José Alfredo Jiménez, y el famoso vals peruano “Amor de mis amores”. De nuevo con la orquesta nos ofreció “La flor de la canela” de Chabuca Granda en una versión muy peculiar.

Finalizó el concierto con el inevitable “Nessun dorma” de Turandot que cantó como pudo ya que Flórez carece del torrente de voz y el estilo que esta pieza requiere. Como siempre, pienso ¿Por qué la manía de casi todos los tenores actuales de cantarla y casi siempre mal?

Le acompañó una entregada Orquesta juvenil Sinfonía por el Perú, elemento principal de la organización sin ánimo de lucro Sinfonía por el Perú, que lidera Juan Diego Flórez y realiza una extraordinaria labor con niños en situación de vulnerabilidad. La orquesta, dirigida por la colombiana Ana María Patiño Osorio, cumplió su cometido con más que dignidad, quizá con un exceso de decibelios en ocasiones pero en conjunto de forma muy meritoria.

Interpretaron en solitario La Sinfonía de Norma, de Bellini,  la obertura de La forza del destino de Verdi, el Entreacto del Acto II de Roméo et Juliette de Gounod, el extrordinario “Galop infernal” de Orphée aux enfers de Offenbach, El Preludio de La Revoltosa de Chapí y el intermedio de La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez. Como propina nos ofreció la versión orquestal de la bellísima canción “El cóndor Pasa” de Daniel Alomía Robles. 

Espero que en otra ocasión, el gran tenor esté más en forma.

Francisco Villalba

 

Teatro Real, Madrid

Juan Diego Flórez

Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú

Directora de Orquesta, Ana María Patiño-Osorio

Arias y fragmentos orquestales de Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti, Matteo Salvi, Giuseppe Verdi, Charles Gounod y Jacques Offenbach; y piezas de zarzuela de Ruperto Chapí, José Serrano, Pablo Luna, Gerónimo Giménez, Reveriano Soutullo y Juan Vert, y Granada de Agustín Lara.

 

Foto © Javier Del Real

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