El director estonio Olari Elts se encargó de dirigir la Cuarta Sinfonía de Bruckner, a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, en sustitución del inicialmente previsto Dan Ettinger.
El estonio, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional del Estonia, dejó una excelente impresión en esta primera comparecencia en la isla. Con una certera visión de una obra tan compleja como la Cuarta bruckneriana y un férreo control de los distintos aspectos que conforman la interpretación musical, unidos a una sólida técnica de batuta, nos proporcionó una lectura tremendamente sugestiva de una pieza que en manos menos capaces puede hacerse interminable.
Ya desde los primeros compases, el misterioso trémolo de las cuerdas del que emerge el tema encomendado a la trompa, ejecutado en un pianísimo al borde del silencio, nos enganchó por la solidez y multiplicidad de su discurso, aunque el solista de trompa en este primer movimiento no tuvo su mejor día, sabiamente ponderado entre las ardorosas intervenciones de los metales, de los que obtuvo un sonido equilibrado y rutilante nunca destemplado, y los amplios remansos líricos donde los tempi se aquietaban manteniendo intacta la tensión interna.
A destacar la admirable prestación de la sección de cuerdas, que sonaron como un único músico, con un sonido corpóreo y enérgico, que no se amilanó ni ante los grandes tutti de los metales, atribuible tanto a la batuta como a la sensacional concertino invitada, Barennie Moon, visitante asidua en nuestras temporadas que siempre logra el máximo rendimiento de la sección de cuerdas dotándola de un sonido pulposo claramente identificable.
El andante en manos de Elts fue un prodigio de minuciosidad en el fraseo, variadísimas las sucesivas exposiciones del tema encomendado a las violas y la alternancia entre estas y los cellos, aunque el crescendo final podía haber estado mejor graduado. El Scherzo sonó impetuoso y arrebatador, espléndida aquí la sección de trompas, con intervenciones variadísimas en la dinámica y un trio contrastadamente rústico y bucólico en que se lucieron las maderas.
El complejo finale, al que habitualmente batuta y músicos llegan extenuados, fue interpretado sin desfallecimientos, riquísimo en la multiplicidad de inflexiones y acentos con los que recuperó temas que habían aparecido en los movimientos anteriores, incluyendo amplios crescendos excelentemente planificados, que culminaron en una coda certeramente proyectada, aunque aquí se pudo detectar cierta comprensible fatiga por parte de los metales.
Juan Francisco Román Rodríguez
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Olari Elts.
Obras de Bruckner.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.