En nuestra agenda veraniega la Quincena Musical donostiarra siempre ha tenido un hueco; para lo melómanos que vivimos en las inmediaciones las citas musicales de la Quincena han sido siempre cita obligada. Por ello no pudimos evitar en su momento cierta zozobra al pensar que este 2020 no habría Quincena, no habría música.
Evidentemente en la pelea en la que todos estamos inmersos hay cosas mucho más importantes que la música –tampoco tantas- y aun en formato doméstico, nos alegramos de volver un año más a cumplir con el ritual; eso sí, no un año cualquiera sino una edición que, dadas las circunstancias, seguro recordaremos por siempre.
Por suerte disponemos en casa de una orquesta sinfónica de alto nivel, la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que nos ha ofrecido el primer concierto de la sede principal del festival, contando con el lujo de la batuta del ruso Semion Bychkov, auténtico triunfador de una velada tan breve como intensa.
Los apenas ocho minutos de una obertura Coriolano perfectamente dibujada por el director dieron paso a la Sinfonía nº 3, Heroica, del mismo compositor y aquí conviene detenerse en las virtudes de un director, atento a los matices, dibujando con la mano izquierda las distintas intensidades de una orquesta que se plegó a su voluntad para ofrecer al respetable una versión cargada de cierta austeridad además de una intensidad que se agradeció fervorosamente.
Un concierto hermoso que nos sirvió para recordar a un compositor eterno y que nos trajo al Kursaal donostiarra esa música que tanto hemos echado en falta.
por Enrique Bert
Palacio Kursaal, de Donostia-San Sebastián.
Obras de Ludwig van Beethoven.
Orquesta Sinfónica de Euskadi.
Dirección musical: Semion Bychkov.