Schuen es de los cantantes en alza del panorama operístico, y comienza a ser un habitual en Madrid, donde se presentó en 2019 en este mismo Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) en el Teatro de la Zarzuela con obras de Schumann, Liszt, los extraordinarios Seis monólogos de Jederman de Frank Martin con textos de Hugo von Hofmannsthal y cuatro propinas. Ya entonces escribí que Schuen con sus 35 años entonces, poseía todo el armamento para llegar a ser un cantante de primera. Una voz bellísima, equilibrada en todos los registros, y una notable capacidad interpretativa.
Esta primera impresión se vio ratificada el mismo año cuando le escuchamos en aquel extraordinario Cappiccio straussiano que nos ofreció el Teatro Real, donde el barítono, una vez más, mostró sus indudables cualidades en el papel del poeta Olivier. Más tarde, en 2021, nos ofreció una versión inolvidable de la Bella Molinera en el Teatro del Círculo de Bellas Artes. Este año, de nuevo en el Teatro Real, ha interpretado un estupendo Conde de las Bodas de Fígaro.
En esta ocasión ha regresado, con la inestimable colaboración de su pianista fetiche, Daniel Heide, al Ciclo de lieder del Teatro de la Zarzuela. El programa constaba de cuatro bloques, el primero y el último dedicados a Schubert, el segundo a Gustav Mahler y el tercero a Korngold.
El programa, buscando unidad en cuanto a la temática, se concentró en obras de carácter melancólico, tenebroso y, en ocasiones, macabro. La idea es interesante, pero defender un programa de estas características precisa de un intérprete con una absoluta madurez para no caer en la monotonía. Las obras exigían mucho más que la bellísima voz de Schuen, su depurada técnica. Requerían una variedad de registros interpretativos que el barítono todavía no posee. Además, aun siendo impecable su actuación, durante toda la velada tuve la impresión de que era un alumno de canto aventajado, cumpliendo con un contrato, sin involucrarse en los textos. Al estremecedor Erlkönig de Schubert le faltó desesperación, a los sublimes Kindertotenlider de Mahler les faltó profundidad, al bloque de Korngold, variedad.
Como única propina, dio la impresión de que cumplía con un deber, bordó el Morgen de Richard Strauss.
Donde esperaba un concierto inolvidable, me encontré con uno que, a mí, me pareció de compromiso.
Con todo, que vuelvan él y su fiel acompañante Heide.
Francisco Villalba
André Schuen, barítono. Daniel Heide, piano.
Ciclo de Lied, Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)
Teatro de la Zarzuela, Madrid
Foto © Rafa Martín