Rigoletto de Verdi clausuró la temporada de los Amigos Canarios de la Ópera en Las Palmas de Gran Canaria. La gran popularidad del título y el importante conjunto reunido contribuyeron al excelente resultado final, con lleno en las tres funciones.
Ariunbaatar Ganbaatar, sustituto del inicialmente previsto Carlos Álvarez, fue un Rigoletto muy completo, al que una voz de auténtico barítono verdiano, técnica depurada y un físico imponente permitió atender las múltiples facetas de un personaje especialmente complejo, tanto las partes más líricas, ejemplares sus dúos con Gilda, de amplísimo fiato, con frases emitidas en un susurro, como las dramáticas, por momentos atronadoras, como un “Cortigiani, vil razza dannata” espeluznante. Algún problema puntual con los agudos en forte no disminuyó su relevante desempeño.
Marina Monzó no es la acostumbrada Gilda jilguero. Con una voz de timbre más lírico, registro central con encarnadura, graves suficientes y agudos certeramente proyectados, fue una Gilda ejemplar por la belleza canora y ternura de sus intervenciones, incluyendo excelentes reguladores, además de su muy creíble desempeño escénico. Su celebérrima aria “Caro nome”, sobria en la interpolación de adornos y agudos, fue un ejemplo de musicalidad y delicadeza.
Iván Ayón Ribas, Duque de Mantua, es un cantante ardoroso y escasamente acomodaticio. Evitando plasmar un personaje de una pieza, remarcó los aspectos más empáticos del libertino Duque, con un “Ella mi fu repita” de gran intensidad. Pero ese loable intento desembocó con frecuencia en un color vocal artificioso y un fraseo rebuscado que desequilibraban la línea de canto. La excelencia de su voz y su entrega se ganaron al público, bisando “La donna e mobile”, en la que un pequeño accidente al pasar de forte a piano, que se repitió en ambas ocasiones, pareció indicar que no se encontraba totalmente cómodo.
Adecuadamente sombrío el Sparafucile de Tadas Girininkas y desenvuelta la Maddalena de Cristina del Barrio. Encomiables, musical y escénicamente, el resto de secundarios.
La sección masculina del Coro de los Amigos Canarios tuvo un desempeño muy ajustado, con matices de volumen y color que denotaban la mano del prestigioso Daniel Orén, director musical.
El maestro israelí nos dejó una lectura intachable por su sentido dramático, variadísima en el color y los acentos obtenidos de la Filarmónica de Gran Canaria, muy maleable en el uso del rubato, que permitió a los cantantes deleitarse en sus amplias líneas melódicas, con un volumen sonoro igualmente dúctil, frecuentemente camerístico, que facilitó la escucha desde la sala de los pasajes más introspectivos, realizados en inmateriales pianísimos.
La puesta en escena de Carlo Antonio de Lucía y Daniele Piscoco, basada en una amplia escalera marmórea que giraba adecuándose a las necesidades de cada situación, tuvo momentos certeramente impactantes, ayudada por proyecciones en el fondo de la escena y una iluminación apropiada.
Juan Francisco Román Rodríguez
Ariunbaatar Ganbaatar, Marina Monzó, Iván Ayón Rivas, Tadas Girininkas, Cristina del Barrio, Gabriel Álvarez, José Manuel Díaz, Fernando Campero, Andrea Gens, Nora Carrasco, Marina Díaz.
Coro de Amigos Canarios de la Ópera.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Daniel Orén.
Escena: Carlo Antonio de Lucia / Daniele Piscopo.
Producción: Amigos Canarios de la Ópera.
Teatro Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria
Foto © Nacho González