En mitad de los días tormentosos, con ciclos interminables de borrascas, el CNDM presentó en el Auditorio Nacional una sesión bellísima de música de cámara a cargo de cuatro destacados solistas de muy diferentes orígenes. Jonathan Biss, pianista estadounidense, el cellista Antoine Lederlin, francés, la viola sueca Malin Broman y la violinista holandesa Liza Ferschtman. Para que luego digan que la música no estrecha fronteras. Comenzó el concierto con el cuarteto para piano y cuerda no 1 en Re M Op 23 de Dvorak, con sus sutiles e inconfundibles giros de temas populares americanos y su cierto dramatismo.
En Janácek, la Sonata para violín y piano de 1922, la violinista, lució su palmito de fortaleza, buena dicción y entrega. Aquí el autor, con un lenguaje más moderno, se mueve entre lo lírico y lo contumaz.
El pianista, profesor y escritor Jonathan Biss, de familia de músicos, estuvo preciso, arrollador, incluso se encogía físicamente, dado su alto porte, como para estar a la misma altura de sus compañeros de cuarteto, su integración en el grupo va más allá de una aportación, es un motor, un remero de fondo, sutil, complejo, extrovertido unas veces, introvertido otras, un dinamizador incontestable.
Antoine Lederlin, primer cello de la Orquesta de Basilea, lució un bellísimo sonido que modelaba a su gusto con un rango de dinámicas amplísimo, seguridad, firmeza de un arco robusto del que se podían apreciar un sinfín de posibilidades y matices.
La violinista Liza Ferschtman luce una técnica impecable, un arco siempre fluido, con una gama de matices también desbordante, aunque en algunos momentos se le podría pedir algo más de presencia.
La viola Malin Broman, mostró un gran sonido, bello, fluido y compacto en esta versión de los lieder de Fanny Mendelssohn transcritos para viola tal cual de la voz original con textos de Goethe. Si pensábamos, de manera prejuiciosa, que estos lieder iban a ser unas sencillas canciones al uso, nada más lejos de la realidad, la música de Fanny Mendelssohn es densa, de rico contrapunto, con una línea melódica muy abierta que se difumina en diferentes meandros, una música con mucho oficio, lo que ocurre es que Fanny ha estado oscurecida por el talento de su hermano y dada su condición de mujer no tuvo las oportunidades que se merecía.
Estamos ante cuatro grandes solistas que hacen música de cámara, con lo cual el resultado es una bellísima versión de las obras presentadas con cuatro personalidades diferentes, no es un grupo unitario con una trayectoria conjunta y compacta en busca de una idea común, es una suma de voluntades artísticas en pro de una obra determinada, que es algo diferente, cada músico aporta lo suyo con una marcada personalidad individual.
Desbordante, lúcida, magistral, la interpretación del cuarteto n. 3 en do menor, Op 60 de Brahms, que cerró el programa, obra bellísima, de un constante desasosiego, siguiendo el espíritu del Sturm und Drang.
Los cuatro músicos perfectamente ensamblados, dialogaban, respiraban juntos y hasta se levantaban de sus asientos en pro de una mayor conectividad.
Brillante sesión de cámara, el público que llenó la sala, ni carraspeó, estaba absorto, concentrado, disfrutando de una magnífica sesión musical en mitad de las borrascas de invierno.
Paulino Toribio
Auditorio Nacional, sala de cámara
Liceo de Cámara XXI CNDM (20/03/2025)
Liza Ferschtman, Violin
Malin Broman, Viola
Antoine Lederlin, violonchelo
Jonathan Biss, Piano
Obras de Dvorak, Janácek, Fanny Mendelssohn y Brahms
Foto © Elvira Megías