El 3º de los conciertos previstos del Ciclo "Recitales y Música de Cámara" en la magnífica Sala a ello destinada en del CCMD de Valladolid, promovido y organizado por la OSCyL, nos devolvió como violinista a Roberto González-Monjas (Valladolid, 1988)que, a pesar de su meteórica carrera como Director de Orquesta, no ha abandonado su instrumento primigenio para su placer personal y gusto de la legión de aficionados que también le siguen en esta faceta, por el alto nivel musical con que se mueve en élla. Vino acompañado al piano por el residente en Alemania desde los 9 años, Herbert Schuch (Timisoara, 1979), debutante aquí, que impresionó por su enorme calidad técnica y musical, justificando el por qué fue capaz de ganar en un sólo año los Concursos Internacionales de Casagrande, Viena y Londres.
Con estos mimbres, la sesión alcanzó niveles infrecuentes de calidad en Música de Cámara, al unirse dos figuras que sintieron y tocaron el repertorio ofrecido con una misma alma y un mismo concepto: servir las partituras dando todo lo que contenían y sus autores quisieron exponer, sin que su sobresaliente técnica fuera pura exhibición, sino medio de expresión de la Música como fin, atentos al detalle y al tempo preciso en cada movimiento de cada autor elegido.
Cada parte fue abierta por compositoras, hoy ya bien reconocidas por su trabajo. La 1ª presentó a Clara Wieck Schumann con Tres Romanzas, op. 22 (1853), de lo último que escribió, en Reb M., Sol m. y Sib M., respectivamente, de claro romanticismo; la 1ª con toque de patetismo y cita lírica del tema principal de la "Sonata I para violín" de su esposo Robert; la 2ª, espíritu alegre, que se va tornando melancólico con bellos juegos entre violín adornado y piano, hechos por el dúo de modo encantador; y la 3ª, más amplia y desarrollada, plena de pasión controlada en la larga melodía del violín sobre las olas del piano que, en manos de Schuch, dejó de ser percusivo y se comportó como delicado arpa.
Si se habla de los Schumann, tiene que aparecer Brahms; y así lo hizo con su Sonata nº 1, en Sol M., op. 78 (1878-79), de cierta conexión con su "2ª Sinfonía", que permitió al dúo competir sana y justificadamente en sonido, sin merma de calidad y en todas las dinámicas, formando un todo de gran belleza. El Vivace inicial, de donde emanan los otros 2 movimientos, nos mostró un piano capaz de ser leve o poderoso según el juego del violín mandaba en sus diálogos, para equilibrarse en esa especia de marcha fúnebre piú andante, que evoca a Clara y a su ya declinante esposo, donde las dobles cuerdas de González- Monjas llenaron de emotividad la Sala, llena al completo. El último Allegro moderato, relajado e íntimo, toma melodía de las canciones de Clara "Regenlied" y "Nachklang" ( la 1ª, "Lluvia", apoda a la "Sonata" en ocasiones), tuvo al dúo haciendo "música de salón" al más alto nivel. Ni qué decir tiene, el público prorrumpió en ovaciones.
Lilí Boulanger y su hermosa D'un matin de printemps (1917) en su versión original, aúnan alegría de vivir (aún en precaria salud) y la amargura de sentirse así, con una sensibilidad cercana al Impresionismo; se sirve del Modo de Mi, caluroso y feliz, dejando al piano las quejas y al violín defenderse de éllas con la visión de la naturaleza primaveral. La labor del dúo fue muy emotiva, no exenta del brío que ahogaba a la compositora, fallecida un año después.
Y como colofón, la Sonata quizá más perfecta de la serie de Beethoven para violín y piano, la nº 10 en Sol M. de su op. 96 (1812), lírica y apacible, donde González-Monjas - Schuch dieron otra lección de "cámara": melodismo rico en detalles; preciosa introducción del piano al Adagio y un violín derrochando música en su breve cadenza; brava entrada al Scherzo y sensible en el Trío; y fantástico el tema y sus variaciones final, donde se alcanza poco a poco la serenidad, bajando virtuosismo el violín pero cobrándolo el piano, en una exhibición de ambos de entender la pieza y rematarla en excelencia. Sala volcada en renovadas ovaciones, compensadas con Marcha en miniatura vienesa de F. Kreisler y arreglo navideño La blanca Navidad, que hicieron las delicias de los oyentes, para despedir un recital para el recuerdo.
José M. Morate Moyano
Roberto González-Monjas, violín; Herbert Schuch, piano
Obras de C. Wieck Schumann, J. Brahms, L. Boulanger y L. v. Beethoven
Sala de Cámara del CCMD de Valladolid