Pudimos disfrutar en el Auditorio Nacional de Música de Madrid de una de las orquestas de instrumentos de época más reputadas del mundo, Les Musiciens du Louvre, bajo la batuta de su fundador, Marc Minkowski, reivindicando la genialidad de Jean-Philippe Rameau, una de las grandes figuras de la historia de la música francesa.
Como aperitivo de lujo se nos sirvió el infrecuente Ballet de Gluck Don Juan ou Le festin de Pierre, un fantástico ejemplo de música descriptiva dieciochesca, en donde cada movimiento reproduce con una música realmente inspirada las aventuras de Don Juan (hay combates, un duelo, un festejo cargado de danzas, interludios cómicos…) hasta su muerte y descenso a los infiernos. El propio Marc Minkowski, de una manera muy cercana al público, en ocasiones cómica, introdujo brevemente la sinopsis de cada movimiento.
El verdadero centro de la velada, la fastuosa música instrumental de Rameau, sacó a relucir las muchas y grandes virtudes de esta agrupación instrumental. El director francés elaboró hace ya tiempo, lo grabó en un CD en directo en 2005, una recreación de cómo pudo ser una gran Sinfonía con algunos de los fragmentos instrumentales más audaces de Jean Philippe Rameau. Este pastiche musical, aunque imposible de defender históricamente, da como resultado una amena y contrastante lista de grandes éxitos del compositor, perfecta para su descubrimiento para un público no habituado a ella.
No sabemos si Minkowski ha querido homenajear a la mítica formación Les Vingt-quatre Violons du Roi, pero lo cierto es que los miembros de la cuerda de la orquesta eran exactamente veinticuatro, 8 violines primeros, 6 violines segundos, 4 violas, 4 violonchelos y 2 contrabajos. Ya desde la Obertura de Zaïs que inicia esta recopilación, la nutrida sección de violines, comandada de manera impecable por Thibault Noally, se mostró como un mecanismo de precisión, modélicamente empastada, con unas articulaciones idénticas y un ritmo asombrosamente exacto, incluso en los pasajes más veloces.
Se fueron alternando sabiamente fragmentos dulces, reposados, con otros mucho más vigorosos y rítmicos, algo que evita la monotonía y mantiene la atención de la audiencia.
Los primeros permitieron el lucimiento de los solistas de la sección de viento, como la fantástica Air tendre pour les Muses de Le Temple de la Gloire, en donde los flautistas Jean Brégnac y Nicolas Bouils exhibieron un dulcísimo y ensoñador sonido acompañado por un pizzicato impecable de la cuerda. El Air gracieux, de La Naissance d’Ossiris, permitió el especial lucimiento del formidable Rodrigo Gutiérrez, primer oboe, pero la sección de los cuatro fantásticos oboes y de los cuatro excelentes y vigorosos fagotes (qué energía y vitalidad durante todo el recital) fue también la responsable de crear un clima muy especial a este número.
El prestigioso clavecinista Luca Oberti en donde más brilló fue en los pasajes más dulces e íntimos, como en Orage, de Platée, donde supo crear un ambiente mágico con el registro de laúd, elaborando un delicadísimo e imaginativo bajo continuo. Quizá por el tamaño tan grande de la agrupación instrumental el instrumento pasó un tanto desapercibido en los tutti.
Otros músicos reseñables de la velada fueron el percusionista David Dewaste, que mostró un dominio absoluto de los distintos instrumentos, creando unas atmósferas realmente impactantes con los tambores. El bajo continuo fue un sustento imprescindible durante toda la velada, con un primer atril de violonchelos verdaderamente excepcional. Tanto Fréderic Baldassare como la española Elisa Joglar, que hizo además de improvisada intérprete al castellano de Minkowski, exhibieron una deliciosa y contagiosa musicalidad.
Mark Minkowski fue durante toda la sesión un verdadero líder. Se mostró en todo momento vigoroso y magnético. El director francés es capaz de conseguir que todo el grupo instrumental funcione de una manera muy orgánica, y lo hace sin grandes aspavientos ni teatralidades superfluas tan en boga en la actual interpretación historicista. Muestra un gesto contenido, que a veces pareciera parco desde la silla del público, pero que en realidad resulta ser totalmente efectivo. Además mantiene muy bien la forma de las danzas, como los movimientos a tres de los minuetos, e incluso sabe conservar muy bien la sensación de tempo en los fragmentos a uno.
La larga y calurosa ovación que la audiencia brindó al formidable conjunto francés, obligó a repetir la Danse des Sauvages, de Les Indes Galantes. Minkowski demostró, una vez más, su capacidad de conectar con el público haciéndole participar en el bis dando palmas.
Simón Andueza
Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski, dirección.
Obras de José de Jean-Philippe Rameau y de Christoph Willibald Gluck.
Domingo 4 de marzo de 2019, 19:00 horas. Ciclo Universo Barroco del CNDM.
Auditorio Nacional de Música, Madrid, Sala Sinfónica.
Acred foto: Elvira Megías / CNDM