La trascendencia del legado dejado por la extraordinaria carrera interpretativa de Montserrat Caballé en el complicado y competido universo del canto, es incontestable. Una trascendencia que traspasa fronteras y se sustenta en aquellas cualidades técnicas singulares, únicas, de las que gozó, de las que gozamos los que las hemos disfrutado en directo, gestionadas y mantenidas con tesón e inteligencia.
El Teatro de la Zarzuela de Madrid recordó su figura, vinculada en múltiples ocasiones a este marco histórico, en un multitudinario homenaje. Multitudinario además, en sus dos vertientes. Multitudinario por el estimulante lleno visible en platea y multitudinario por la cantidad de cantantes, que rondaron nada menos que la veintena, que participaron, a romanza por barba, en este recital.
Una fiesta del canto, pues, en toda regla, siempre desde esta orilla antológica de nuestro género músico-dramático patrio, al margen de cualquier otra consideración estética o erudita. Una fiesta en la que, lógicamente, no vamos a destacar a ninguno de los cantantes que se mencionan en orden alfabético bajo estas líneas.
Aunque obviamente se podría, porque hubo romanzas para todo tipo de gustos y paladares: más o menos difíciles técnicamente, con mejor o peor contextualización de esta guisa, chuscas y jacarandosas incluso, que también tuvieron su hueco, las menos, eso sí. Las más, tendentes a un lirismo intenso, con buen criterio, buscando el oportuno encaje operístico de nuestra zarzuela. Encaje que, por cierto, se comprobó una vez más, no necesita de ayuda alguna.
El acto se completó, antes, con el consabido preludio instrumental y la presentación del Director del Teatro, Daniel Bianco; y después, con un remate más íntimo de conmovedoras palabras destiladas por Nuria Espert. Un justo colofón, un regalo que, sin dejar de olvidarse de aquel aura laudatorio hacia Montserrat Caballé, puso el broche final a esta ofrenda esperanzadora al presente y futuro de la lírica española. Una ofrenda que, sottovoce y ya en su último suspiro, antes de saludos corales desde el proscenio y la popular habanera Todas las mañanitas de Don Gil de Alcalá, pretendió, de puntillas siquiera, atisbar su humanidad más personal e inalcanzable.
Luis Mazorra Incera
Celso Albelo, Rubén Amoretti, Ainhoa Arteta, Yolanda Auyanet, María Bayo, Maite Beaumont, Gabriel Bermúdez, José Bros, Mariola Cantarero, Carlos Chausson, Andeka Gorrotxategi, Airam Hernández, Nancy Fabiola Herrera, Ismael Jordi, Pilar Jurado, David Menéndez, Marina Monzó, Sabina Puértolas, José Luis Sola y Virginia Tola. Orquesta de la Comunidad de Madrid / Óliver Díaz. Nuria Espert.
Obras de Barbieri, Barrera, Calleja, Chueca, Fernández Caballero, Giménez, Guerrero, Guridi, Luna, Moreno Torroba, Nieto, Penella, Roig, Serrano, Sorozábal y Vives.
Teatro de la Zarzuela. Madrid.