Asistimos el pasado domingo a una velada, con el Orlando de Händel interpretado por Il Pomo d'Oro y Francesco Corti al clave y la dirección, con un excelente elenco. Sólo hubo un eslabón débil en ese elenco y fue precisamente el cabeza de cartel: Max Emanuel Cencic.
Todo comenzó como era de esperar de una orquesta que nos tiene habituados a versiones vibrantes y brillantes: ya en la obertura mostraron toda su fuerza y solvencia, con unas cuerdas especialmente bien empastadas y afinadas, al igual que los vientos, dando muestra de una importante sonoridad a pesar del reducido tamaño de la orquesta y la inmensidad de la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional. Excelente trabajo del equipo de continuo, empezando por el propio Corti, que hizo gala de un continuo muy efectivo y florido en su justa medida. Mención especial también para las dos tiorbas (Miguel Rincón y Gianluca Geremia) por su eficacia y su buen hacer.
En la parte vocal, como ya hemos adelantado, Cencic fue la sorpresa de la velada en el sentido negativo. Con la cabeza metida en la partitura durante prácticamente todo el concierto, sólo dio muestras de cierto dramatismo en el Fammi Combattere o el Cielo! Se tu il consenti. El resto, daba igual recitativos que arias, expresar amor u odio... Todo era una línea monocroma de expresión (más bien de falta de expresión). Daba la sensación de que realmente no había podido o no se había tomado el tiempo de estudiar el papel. Y es que ser cabeza de cartel no es fácil y no se defiende sólo con el nombre.
Una pena, dado que el resto del elenco fue realmente excepcional. Las sorpresas de la noche las dieron los dos norteamericanos del elenco: Kathryn Lewek y John Chest. La soprano encarnó una Angelica enamorada, enfadada, angustiada... Pudimos disfrutar de una amplia paleta sonora y de emociones gracias al buen hacer de la estadounidense. Otro de los descubrimientos de la noche fue el barítono John Chest, quien posee una voz con un importante volumen, homogeneidad en todo el registro y quien defendió un imponente y regio Zoroastro.
Por el lado europeo, Delphine Galou encarnó un convincente Medoro. La contralto francesa hizo gala de un timbre redondo, homogéneo, una perfecta dicción, control absoluto sobre las coloraturas... Lo que se llama un valor seguro. Y qué decir de Nuria Rial, la Dorinda de la velada. La soprano catalana es otro de los valores seguros del mundo del barroco: timbre angelical, facilidad diríamos que innata para la coloratura, dicción... Quizás se le podría achacar un poco más de garra en los momentos más dramáticos, pero en general fue muy convincente.
Con todo esto, tenemos que agradecer al CNDM que nos traiga a Madrid estas producciones de tan alto nivel. Ya estamos esperando la próxima.Il Pomo d'Oro / Francesco Corti.
Diego Fernández
Orlando, de Händel.
Universo Barroco, CNDM.
Auditorio Nacional, Madrid.
Foto © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) - Elvira Megías