La 37 edición del Festival de Música de Canarias se ha visto directamente afectada por la Covid 19 que ha obligado a un cambio de fechas de los habituales meses de enero-febrero, al mes de julio. La dirección del Festival ha afrontado con resolución las dificultades sustituyendo los conciertos de gran formato, imposibles en las actuales condiciones, por orquestas de cámara de tamaño medio, junto a grupos de cámara y recitales, consiguiendo una programación atractiva integrada por algunos de los nombres más destacados del panorama actual.
La inauguración estuvo en manos del prestigioso Gustavo Dudamel al frente de la Orquesta de Jóvenes Músicos Hispanoamericanos, integrada por 60 músicos de cuerda de 12 países de América, España y Portugal, con la que el venezolano ofreció la Noche transfigurada de Schönberg y la Serenata para cuerdas de Chaikovsky en lecturas magistrales por su intensidad expresiva y la multiplicidad de detalles y matices, especialmente en la complejísima pieza de Schöenberg.
El Festival Dudamel continuó con las Sinfonía nº 4 de Mendelssohn y nº 6 de Beethoven al frente de la Mahler Chamber Orchestra. Dudamel nos dejó unas lecturas paladeadas, clarísimas de texturas, plagadas de detalles infrecuentemente escuchados en vivo, especialmente entre las extraordinarias maderas de la Mahler. Destacaría un extasiado segundo movimiento de la Sexta de Beethoven donde batuta y músicos nos hicieron tocar el cielo.
Debutó en el Festival el director Fabio Luisi al frente de la Sinfónica de Tenerife con un programa muy bien trabajado integrado por la 5º Sinfonía de Schubert, lúdica y jocosa de trepidante el scherzo y la 8º Sinfonía de Beethoven, ejemplar por su juego de tensiones y distensiones, que completó las 5 Canciones Negras de Montsalvatge, a cargo de Nancy Herrera, pletórica de medios y expresividad.
La Orquesta de Cámara de Basilea y Pedro Halffter ofrecieron una estimable velada que incluyó Melancolía del recientemente fallecido Cristóbal Halffter en una cuidada lectura, el Concierto para piano nº 2 de Chopin donde Ivo Pogorelich, con un sonido endurecido en el forte y un fraseo desequilibrado estuvo lejos de antiguos esplendores, y la Sinfonía nº 7 de Beethoven que en manos de los músicos de Basilea, sonó angulosa y un tanto seca, aunque de tensiones y transiciones apropiadamente reguladas por Pedro Halffter.
René Jacobs al frente unos modélicos Orquesta Barroca de Friburgo y Coro de Cámara Ainur, ofreció el Così fan tutte mozartiano, ejemplar en los tempi, ligeros pero nunca acelarados, siempre ajustados a las necesidades expresivas y canoras, variadísima en el fraseo y los ataques, diáfana en las texturas, con una amplia paleta de colores aportada por los instrumentos de época de Friburgo, manteniendo un impecable equilibrio entre orquesta y cantantes.
Los 6 cantantes constituyeron un conjunto disciplinado y homogéneo que funcionó musical y escénicamente. Los cantantes, situados al fondo de escenario, se movieron y actuaron con desenvoltura, incluyendo unos recitativos trabajadísimos, liderado por la Fiordiligi de Camilla Tilling, de hermosa voz lírica y línea intachable, algo justa en los graves del Come scoglio.
La Orquesta del Festival de Budapest e Iván Fischer nos dejaron un programa exótico que incluyó Tangazo de Piazzola, el Buey sobre el tejado de Milhaud, la Gymnopedie nº 1 y la Gnossienne nº 3 de Satie en orquestaciones de Debussy y Poulenc y las Danzas de Galánta de Kodaly en lecturas exuberantes y coloristas, sin perder nunca de vista el carácter lúdico de muchas de estas músicas, especialmente en las Danzas de Galánta, magistrales por su sabio empleo del rubato.
Junto al pianista Javier Perianes, variadísimo en el toque y refinado en el fraseo, ofrecieron un Concierto para piano nº 5 de Saint-Saëns, modélico por su equilibrio entre orquesta y solista, que subrayó adecuadamente las múltiples referencias orientalizantes.
La Orquesta Barroca de Friburgo, ahora en solitario, propuso un programa Bach en torno a sus piezas para flauta y conjunto: Suite nº 2 en Si menor, Concierto de Brandeburgo nº 4 y nº 5 y concierto para clave y cuerda en Re menor, en interpretaciones delicadas y sutiles, que triunfaron frente a la acústica de la Sala sinfónica del auditorio, pensada para formaciones más nutridas.
El cierre del festival lo puso la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Por motivos médicos Karel Mark Chichon tuvo que ser sustituido por la concertino invitada Barennie Moon, músico de raza que desde su puesto de concertino brindó unas interpretaciones apasionadas del Divertimento en Re Mayor KV 136 y la 5ª Sinfonía de Beethoven. En esta última Moon galvanizó a los músicos gran canarios en una lectura concentrada y vibrante como pocas veces hemos escuchado en vivo, por encima de puntuales desajustes, que se ganó una de las mayores ovaciones del festival.
Esperamos con ilusión la próxima edición del Festival que, si la Covid no lo impide, volverá a sus fechas habituales en enero-febrero de 2022.
Juan Francisco Román Rodríguez
37 edición del Festival de Música de Canarias
Auditorio Alfredo Kraus, Teatro Pérez Galdós, etc.
Las Palmas de Gran Canaria / Tenerife
Foto: René Jacobs y unos cantantes internacionales de reconocido prestigio, al frente de unos modélicos Orquesta Barroca de Friburgo y Coro de Cámara Ainur, ofrecieron el Così fan tutte mozartiano.