Quienes apostamos por Roberto González-Monjas en sus inicios como concertista de violín, aún adolescente, no nos sorprendimos mucho al verle anunciado como Principal Artista invitado en “su” OSCyL promotora y consejera, y Director del 19º concierto de abono de temporada.
Y es que este vallisoletano, nacido en 1988, apuntó, y ha confirmado, una fuerte personalidad musical, energía, capacidad de comunicación y trabajo, simpatía y vis escénica templada y sin complejos, que le hacen una realidad como solista con su Guarnieri “Filius Andreae”, 1710, cedido por el Rychenberg Stiftung y los Winterthur, de cuyo Musikkollegium es concertino, como en la Orquesta Nacional “Santa Cecilia” de Roma; grabando para Clave Records y Sony Classical (con Goebel y los Berliner Barocksolisten) y un próspero futuro en la Dirección como Titular musical y artístico de la sueca Dalansinfoniettan.
Con estos mimbres dorados, abordó un programa previsto para el añorado Emérito López Cobos, con el comprometido Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta de Rodrigo, en premier sinfónica del gran guitarrista flamenco y jazzista José Fernández Torres, “Tomatito”, que completó con Alborada del gracioso de Ravel, La Gitanilla, tres escenas del ballet de García Abril y el Capricho español, op. 34 de Rimski-Kórsakov, con el riesgo asumido de variadas visiones de elaborado folk español, conocidas de orquesta y público.
El primer escollo estuvo en “Tomatito”, dominado por la responsabilidad de la “medida”, que inició con inseguridades de sonido (aún amplificado) y ajuste. Roberto y la orquesta estuvieron colaboradores absolutos, plegándose a la versión sentida como flamenca del guitarrista, lo que llevó al famoso Adagio con estupenda prestación del corno inglés y a un solista más cómodo, que llevó la música a su terreno con curioso y original resultado. El público agradeció el intento y aplaudió con fuerza la trayectoria, que correspondió con una pieza “de lo suyo”, mostrando la hondura y el sentir que lo ha hecho famoso por todo el mundo, ganándose afecto y ovaciones.
La rebosante energía, estudio de las partituras y su hábito como Director docente en orquestas juveniles a las que forma y conforma, hicieron su gesto exuberante y amplio, de ímpetu, que dio exactitud a un conjunto que se entregó por entero; pero hubo demasiado tempo y volumen por momentos, fruto del entusiasmo contagioso que brilló con las buenas intervenciones de los solistas: fagot, arpa, clarinetes y concertino (cuidó la afinación y mantuvo la tensión exigida), en particular. Nos gustó mucho la “Escena y canto gitano” del Capricho, que marcó bien por dónde y a dónde quiere y puede llegar González-Monjas como Director. El tiempo aplacará excesos y su indudable formación, ampliada con grandes Maestros a diario, harán de él una batuta con tanto prestigio como el ya ganado con el violín.
José María Morate Moyano
“Tomatito”. Sinfónica de Castilla y León / Roberto González-Monjas.
Obras de Ravel, Rodrigo, García Abril, Rimski-Kórsakov.
Auditorio “Jesús López Cobos” del CCMD de Valladolid.
Foto: Roberto González-Monjas / © OSCyL