El pasado viernes, día 13 de octubre, tuvimos la oportunidad de asistir a la representación de una de las producciones más prometedoras en la temporada 2023/2024 de la Fundación Ópera de Oviedo en el hermoso Teatro Campoamor de la ciudad asturiana, la de las óperas Il tabarro y Gianni Schicchi pertenecientes al compendio reconocido como El tríptico de Giacomo Puccini, junto a Suor Angelica, no representada en esta ocasión, que conforma una colección de tres óperas de un único acto estrenadas en la Metropolitan Opera House de Nueva York en el año 1918 y que se corresponden con las tres partes en que se divide la Divina Comedia de Dante Alighieri: Infierno (Il tabarro), Purgatorio (Suor Angelica) y Paraíso (Gianni Schicchi). Entre las dos de las tres obras incluidas en esta propuesta, Il tabarro se muestra como una pieza tenebrosa y naturalista, basada en el drama de Didier Gold La houppelande, del año 1910, que refleja las terribles condiciones de vida de los habitantes de las clases bajas en la ciudad de París, ejemplo de la gran urbe moderna, a través de la esencia romántica del músico italiano, con influencias tomadas de la música impresionista francesa que reflejan la oscuridad y la sordidez de un libreto estructurado hacia su desenlace en un horrible crimen, consecuencia de la traición y del adulterio. Por otra parte, la segunda obra, Gianni Schicchi, inspirada en la commedia dell’arte y la ópera bufa italiana, comprende la visión opuesta de una realidad del mundo que ha pasado a formar parte de la extensa tradición de la literatura universal. La familia de Buoso Donati configura un auténtico cuadro, a modo de un retablo, de las debilidades humanas, debido a que sus miembros personifican las ansias de poder y la hipocresía para distribuirse una herencia.
En esta creación, Puccini consigue, a través de la introducción de pequeños gestos, con la inclusión de unos motivos musicales tratados con sublime refinamiento, y como contraposición al aura dramática que predomina en la temática de buena parte de su producción operística, una caracterización adorable de sus personajes. La presentación de este título, procedente de la Opéra-Théâtre Eurométropole de Metz, ha estado dirigida musicalmente por José Miguel Pérez-Sierra, junto a la orquesta Oviedo Filarmonía y el Coro Titular de la Ópera de Oviedo, y escénicamente por Paul-Émile Fourny. Por su parte, la dirección de escena se ha encontrado a cargo de Patrick Méëus, mientras que el diseño de vestuario ha permanecido a cargo de Giovanna Fiorentini.
La puesta en escena de Il tabarro, de presencia elegante, perfectamente planteada y con una disposición elevada que permitía el adecuado seguimiento de una imagen ambientada de manera magistral en el entorno parisino del río Sena, con elementos detallados a nivel de iluminación y un vestuario de colores oscuros que sumergían la atmósfera de la noche en el epicentro dramático del argumento, se halló configurada por las maravillosas voces protagonistas de Emmanuel Franco en el papel de Michele, el propietario de la barcaza; Clarissa Costanzo en el papel de Giorgetta, mujer de Michele; y Enrique Ferrer en el papel de Luigi, estibador y amante de Giorgetta. La claridad, proyección, presencia, resonancia y variedad de texturas afectivas en los respectivos registros otorgaron una sobrecogedora energía permanente en el transcurso del discurso, evocando de manera sobresaliente toda la esencia temperamental, tempestuosa, melancólica, nostálgica e intensamente dramática de esta creación.
Especialmente emocionantes y emotivos resultaron los períodos del Hai ben ragione de Luigi, en el que la más que ostensible capacidad de Enrique Ferrer ofreció una buena construcción con la poderosa naturaleza de su canto; el E ben altro il mio sogno de Giorgetta, Luigi y Frugola, acometido con una intimidad y con un sentido de la unidad entre sus participantes de majestuosa belleza; y el Nulla! Silenzio! de Michele, una de las arias más reconocidas y arrebatadoras seguramente de toda la producción del compositor, que fue interpretada de forma sublime por Emmanuel Franco, mostrando una capacidad asombrosa en su registro y en la evocación de una penetrante voz llena de matices, desde lo delicado hasta lo absolutamente desgarrado. Una propuesta sumamente interesante que se halló complementada por las formidables intervenciones tanto vocales como actorales de los estibadores Josep Fadó como Tinca, Miguel Ángel Zapater como Talpa y Cristina del Barrio como Frugola, la esposa de Talpa. En sus aportaciones resultó contrastante por su aparente apunte de comicidad, dentro del fundamento trágico del cómputo del discurso, la reminiscencia a lo popular en La musica e la danza van d’accordo, que otorgaron una pincelada bucólica e incluso de cierto desenfado propia de la dicotomía de las corrientes naturalistas, mostrándose una visión oscura de la realidad que reflejan acerca del mundo. Comentarios especialmente reseñables, finalmente, para las aportaciones corales fuera de escena, abordadas con una precisión, claridad y afinación magníficas por parte del Coro Titular de la Ópera de Oviedo.
Por su parte, la puesta en escena de Gianni Schicchi, completamente contrastante, aunque manteniendo elementos de la escenografía previa, como la elevación del cuadro escénico en el que transcurriría el conjunto principal de toda la acción, mostró la contraposición al drama anterior con un vestuario repleto de colorido, con el que los elementos decorativos se mimetizaron a nivel de disposición con los de los propios personajes. A esto contribuyó la iluminación del cuadro, fomentando el uso del recurso de la fotografía como un factor visual dominante, que contrastaría con la solemnidad y la austeridad de la oscuridad de la obra previa, en la que únicamente el tabardo parecía focalizar en exclusiva el desarrollo de la trama. La sucesión argumental estuvo mucho más descentralizada de los personajes principales en exclusiva para mostrar a un compendio de personalidades de corte satírico y grotesco, con sus respectivas debilidades, abordadas en todos los casos con una fastuosa comicidad. Como curiosidad, el canal de agua en la parte delantera del escenario, que se había usado a modo de río Sena anteriormente, se convertiría en un factor delirante para eliminar los atisbos de seriedad de determinados papeles.
Por otra parte, manteniendo una sección predominante del elenco anterior, los personajes principales fueron interpretados por Emmanuel Franco, en el papel de Gianni Schicchi; Clarissa Costanzo, en el papel de su hija Lauretta; Cristina del Barrio, en el papel de Zita, prima de Buoso Donati; y Enrique Ferrer en el papel de Rinuccio, sobrino de Zita. Considerando la sublime puesta en escena y las notables intervenciones del elenco en todo su conjunto, así como una caracterización conseguida a nivel vocal y actoral por Josep Fadó como Gherardino, Laura Brasó como Nella, Javier Povedano como Betto y Marina Pardo como Ciesca, es necesario reseñar la asombrosa capacidad de los protagonistas para cambiar en tan poco tiempo sus registros vocales, especialmente Gianni Schicchi, con el entusiasmo radiante en períodos como el del Ah, che zucconi! Si corre dal notaio; la notable extroversión en el Firenze è come un albero fiorito de Rinuccio; el divertido Spogliati, bambolino de Nella, Ciesca y Zita; el enternecedor y sentimental dúo de amor Lauretta mia, staremo sempre qui! de Rinuccio y Lauretta; y, como principal aria reconocida, el sublime O mio babbino caro de Lauretta. Este episodio fue abordado por Clarissa Costanzo de una manera sutil y sencilla, mediante una maravillosa conducción melódica que confirió todo el sentido auténtico al contenido del texto de una escena a la que no estamos acostumbrados, posiblemente como herencia de la ampulosidad tradicional con la que se relaciona este momento al introducirse en las galas líricas, pese a conectar de este modo con la sucesión del argumento de una manera mucho más directa e inocente.
Por su parte, la orquesta presente en el foso para la ocasión, la Oviedo Filarmonía, dirigida por José Miguel Pérez-Sierra, atesoró en ambas obras la experiencia y la profesionalidad característica de una magnífica agrupación de ópera, con una sonoridad en todo momento empastada y equilibrada, de considerable gama afectiva y colorista, pero sin desconectar en ningún período de la dinámica de la escena, así como preservando, desde su posición, la esencia romántica y la atmósfera pasional tan característica del lenguaje italiano de la producción de Puccini. Es necesario destacar también la labor realizada por Pérez-Sierra desde el podio, con gesto elegante, tranquilo y directo, intermediando con la escena y con una pretensión de mostrar su esencia genuina y auténtica, erradicando cualquier atisbo de ampulosidad o pretensión de protagonismo innecesario para conectar humildemente con el alma del discurso sonoro.
Como conclusión, y ante la buena acogida en el Teatro Campoamor, se considera positivo destacar el desempeño que desde la Fundación Ópera de Oviedo se está acometiendo para acercar el género lírico a todos los públicos, estableciendo fechas con precios reducidos, en una labor sumamente necesaria para que la ópera o la zarzuela no queden como géneros relegados únicamente a determinadas clases sociales, con las que tradicionalmente se han asociado. Es fundamental que este tipo de iniciativas se lleven a cabo en las instituciones de todo el panorama nacional, con el objetivo de acercar la realidad de estos géneros que, en su fundamento, tratan de conectar su visión del mundo con todas las personas. En este sentido, aunque no se ha podido llevar a cabo en esta ocasión, y se confía en que pueda ser emprendido durante el año 2024, la Compañía La Federica pretende acercar la ópera Gianni Schicchi también al público infantil como parte de un proyecto pedagógico de esta producción, a través de una adaptación enfocada a familias y que resultará especialmente positiva para que un patrimonio universal como el de la ópera continúe siendo conocido, apreciado, cultivado y fomentado por las futuras generaciones.
Abelardo Martín Ruiz
FUNDACIÓN ÓPERA DE OVIEDO
13 de octubre de 2023 - Teatro Campoamor de Oviedo
Giacomo Puccini (1858-1924): Il tabarro & Gianni Schicchi
Foto © Iván Martínez