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Crítica / Un estupendo concierto sin oropeles - por Francisco Villalba

Madrid - 05/04/2025

Con 65 años en las espaldas y acompañado por su mujer, la soprano suiza Gabriela Scherer, se presenta en Madrid Michael Volle, un  bajo barítono que ha logrado fama un tanto tardía interpretando Hans Sachs de los Maestros cantores de Nuremberg en los festivales de Salzburgo, en 2013, y en el de Bayreuth en 2017, el Holandés en el mismo festival últimamente Wotan en la Tetralogía Wagneriana que se está representando en la Scala de Milán. Nunca ha sido un cantante de relumbrón, pero es indudable que se trata de un artista supremo que a pesar de su evidente deterioro vocal, todo lo supera con un fraseo fuera de serie, una intensidad dramática increíble y una versatilidad que, además, demuestra una gran inteligencia para encarnar a los diferentes personajes que interpreta.

Tras una notable interpretación de Gustavo Gimeno, el nuevo director musical del Teatro Real, de la obertura de Der Fliegende Holländer (El holandés errante) de Wagner. Volle se presentó con la temible entrada del Holandés en la ópera “Die Frist is um” (El plazo ha concluido), que resolvió con acierto aunque evidenciando que los años no pasan en balde; la voz le sonaba muy pobre en la zona media y grave pero se desplegaba sin ninguna pega en los fortes. Posteriormente, con Scherer, cantó el bellísimo dúo con Senta de la misma obra “Wie aus der Ferne” (Desde la lejanía de otros tiempos). Se notó a Volle más seguro y a Scherer, a pesar de su hermosa voz, que ese papel no era para ella, aunque lo cantó con gusto.

La segunda parte comenzó con la interpretación de Gustavo Gimeno y la orquesta del Preludio del Acto III de Tannhauser, donde, de nuevo, Gimeno supo hacer una lectura impecable de la obra, majestuosa, lirica, en fin, estupenda. Después el bajo barítono cantó la narración “Wohl wusst ich hier” (Sabía que la encontraría aquí orando) interrumpida por la sublime “Almächtiger Junfrau” (Poderosa Virgen) en la que Scherer estuvo eminente, dando paso a la no menos sublime aria “O du mein holder…” (Oh tú, mi hermosa estrella) con la que Volle demostró una exquisitez canora emocionante y una concentración admirable en  una de las arias más bellas de la historia de la música.

Para concluir el concierto, la pareja nos ofreció lo mejor de la ya excelente velada, la maravillosa escena final de la ópera Arabella, de Richard Strauss, con un Volle en estado de gracia, impetuoso, enamorado, arrepentido, que lució una voz rotunda y, en esta ocasión, luminosa; que se unió a la de Scherer que, en un papel que le va como anillo al dedo, dio una lección de delicadeza, de matices en todos los registros, en fin, maravillosa contrastando con su firme delicadeza la torrencial pasión de Mandryka.

Para corresponder a los aplausos, nos ofrecieron como propina otra página incomparable de Arabella, el dúo con Mandryka del segundo acto ”Und du mein Gebieter sein” (Tu reinaras y yo obedeceré)

Un concierto precioso. Y que Gimeno nos siga dando noches tan gratificantes.

Francisco Villalba

 

Michael Volle, barítono, Gabriela Scherer, soprano

Director de Orquesta, Gustavo Gimeno

Orquesta Titular del Teatro Real

Escenas de Der fliegende Holländer y de Tannhäuser de Richard Wagner y Arabella de Richard Strauss

Teatro Real, Madrid

 

Foto © Javier del Real

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