Inmersos como estamos en una ciudad en la que la temporada de ópera oficial respira tradición por todos los costados es de agradecer que el Teatro Arriaga recupere su carácter de estructura alternativa programando óperas harto infrecuentes al otro lado de la ciudad. Y no cuesta reconocer que tener la posibilidad de escuchar Die Ersten Menschen (Los primeros humanos) provocó en el aficionado tanto estupor –es un título que en todo el continente europeo apenas se programa- como ilusión por poder conocer no solo el título sino el mismo compositor.
Rudy Stephan falleció con apenas veinte ocho años recién cumplidos, en plena Primera Guerra Mundial Y habiendo podido disfrutar de su ópera no queda sino lamentar que semejante compositor no dispusiera de más tiempo para dejarnos un legado mayor. Una auténtica lástima.
¿Y quiénes son los primeros humanos mencionados en el título? No se utiliza un criterio antropológico o histórico sino bíblico, por lo que los cuatro personajes son Adán, Eva, Caín y Abel. Eso sí, no se busque un respeto a la escritura del libro sagrado porque el libreto de Otto Borngräber lo que construye es una historia en la que el psicoanálisis, la pasión por el sexo, el amor y el miedo a la natural decrepitud vital son los elementos clave. Y Calixto Bieito nos propone, muy a su estilo, que esta familia de primeros humanos sea de carácter burgués, aburrida y resignada que, de repente, explota y provoca un caos de sentimientos, frustración y pulsión sexual que flotan sobre el desarrollo dramático durante toda la representación.
Para ello Bieito utiliza elementos naturales –fruta, ceniza y sangre- además de un erotismo latente entre Eva y los tres hombres. En el caso de los hermanos apuntar que estos son antagónicos: Caín es cerebral, pragmático y pagano, además de vivir la sexualidad de forma primitiva; Abel es místico, espiritual y voluptuoso pero tratando de controlar la situación. Estamos, por lo tanto, ante una obra que no te deja indiferente y que Bieito subraya con su habitual habilidad teatral.
Vocalmente la ópera circuló por derroteros aceptables, aunque es inevitable mencionar algunas carencias evidentes. Annete Dasch es una buena actriz y una cantante de voz ancha pero con problemas en un agudo áspero y tremolante que le afectó en alguna frase a la afinación. Transmitió, eso sí, toda la sexualidad necesaria. Su papel me recordaba a la Salome straussiana tanto en el carácter vocal como en la sensualidad.
Simon Neal (Adán) tiene gran protagonismo en el acto I para diluirse luego en el segundo. Voz solvente de bajo-barítono, su papel nos recuerda de lejos al Wanderer wagneriano.
Muy bien el bajo-barítono Daniel Schmutzhard, quizás la voz mejor proyectada y construyendo un Abel de mucha credibilidad. Muy bien físicamente, con algún alarde que otro, ha estado muy convincente en su parte libidinosa para con su madre.
John Daszak fue vocalmente el elemento más flojo de la velada. El papel no es sencillo pero las limitaciones del tenor son demasiadas, teniendo que recurrir en demasiadas ocasiones al falsete y a continuas desafinaciones en la franja aguda. Una voz de tenor de carácter para un papel de enjundia.
Roberto Treviño y la orquesta estaban colocados tras el escenario lo que obligaba a que un asistente de la batuta, Roberto Baltar, asistiera al titular dando las pertinentes entradas a los cantantes. Por cierto, una lectura de Treviño impresionante, dando realce a la orquesta y convirtiéndose en uno de los grandes protagonistas de la noche.
Die ersten Menschen merece tener un hueco en los teatros y tenemos que sentirnos más que agradecidos a la gestión del Arriaga y a la Euskadiko Orkestra por la apuesta realizada. El público bilbaíno lo agradeció con una entrada más que aceptable y es de desear que esto no sea proyecto de un día. Que por un lado, Treviño siga apostando siquiera por una ópera cada temporada; y, más importante, que el Teatro Arriaga consolide su carácter de plaza lírica alternativa a la temporada operística oficial. Todos saldremos ganando.
Enrique Bert
Annete Dasch, John Daszak, Daniel Schmutzhard, Simon Neal
Euskadiko Orkestra. Dirección musical: Roberto Treviño
Dirección escénica: Calixto Bieito
Die ersten Menschen, de Rudy Stephan
Teatro Arriaga, de Bilbao
Foto © E. Moreno Esquibel