Un tríptico trenzado en torno al repertorio del protagonista titular de este ciclo: Johann Sebastian Bach, dio inicio al recital de órgano de Els Biesemans en la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música en el ciclo BACH-vermut del Centro Nacional de Difusión Musical.
Un tríptico (en la tonalidad principal de re mayor) que hilaba sucesivamente, el Preludio en re mayor, la Fuga (en si menor) sobre un tema de Corelli y la Fuga en re mayor. Tres obras que se acoplaron perfecta y tonalmente, en su estricta condición de “relativos”.
Y fue de aquí, precisamente, de donde se extraería a la postre, la pieza más lograda de todo esta matiné sabatina (si excluimos la impresión dejada por un sugestivo Liszt posterior): la Fuga sobre un tema de Corelli.
Una partitura que se adaptaba a las características de esta organista: clara y ligera articulación, cuidada evolución tímbrica (registración) y dinámica (registración y pedal expresivo) y, gusto y sentido en el uso de los adornos.
Curiosamente, un público sensible a este extremo trató de premiar al paso, la versión de esta Fuga en si menor, con aplausos extemporáneos, sin esperar a la, sobre el papel, más brillante Fuga final en re mayor que irrumpía a la sazón y cerraba este tríptico inicial.
El comprometido, técnica y musicalmente, Primer coral en mi mayor de César Franck, pese a su desgranada rítmica interior, que quedó hoy patente, debe mantener (en la medida de lo posible, y en esto, la extensión de las manos es uno de sus condicionamientos más comentados) el terso legato de la tradición melódica para órgano gala, en la que se enmarca. Aquí, en esta pieza de aspiración sinfónica, se destacó el estudiado y resuelto despliegue progresivo de tímbricas en crescendo hasta el clímax final.
El célebre coral transcripción (ocuparía uno de los primeros puestos en unos imaginados “cuarenta principales del órgano”) Wachet auf, ruft uns die Stimme del propio Bach, fue un escueto y oportuno intermedio por tono y disposición, con aquel sano y creativo añadido citado, de puntuales adornos.
Un oportuno enlace, puente y… coartada también, porque de esta célebre transcripción, aunque fuese auto-transcripción bachiana (para que luego regañemos de esta práctica), pasamos a… otra transcripción. Bello despliegue inicial del arreglo para órgano del San Francisco de Asís predicando a los pájaros de las Dos leyendas para piano de Franz Liszt. Una obra que también “funciona” de esta guisa organística, donde el amplio juego tímbrico del instrumento añade color a una pieza, ya de por sí, inspiradora, poemática e imaginativa.
La correcta, muy en su función de remate de programa, Toccata en re bemol mayor de Joseph Jongen hizo honor a su nombre con figuración tenaz y agilidad en varias disposiciones acordicas y arpegiadas.
Un “arreglo del arreglo” del Primer preludio en do mayor del primer libro del Clave bien temperado reescrito en forma de Ave María, de Bach-Gounod, fue la propina que rubricó el acto.
Luis Mazorra Incera
Els Biesemans, órgano.
Obras de Bach, Franck, Gounod, Jonguen y Liszt.
CNDM/Bach-vermut. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Elvira Megías