Han pasado trescientos años desde el estreno de La Pasión según San Juan de Johann Sebastian Bach en la iglesia de San Nicolás de Leipzig y el Festival Internacional de Santander, que siempre reserva un lugar en su programación para la música barroca, no ha dejado pasar la efeméride sin ofrecer al melómano cántabro la oportunidad de escuchar la monumental partitura bachiana en muy buenas condiciones.
Que la interpretación musical rayaría a un nivel muy alto era algo que podían prever los más familiarizados con la acreditada agrupación Bach Collegium Japan, fundada en 1990 y comandada anoche por su director de siempre, Masaaki Suzuki, pero, echando números, no deja de sorprender la masiva afluencia de público, que prácticamente llenó la Sala Argenta del Palacio de Festivales y siguió su desarrollo con absoluta concentración y respetuoso silencio de principio a fin.
No era para menos: indiscutible obra maestra de la cultura occidental junto a su hermana La Pasión según San Mateo, aunque esta según San Juan no nos produce hoy el estupor de aquella, sí alcanza cotas parejas de espiritualidad lírica y formal. De hecho, su perfección es tanta, su contenido tan grande y trascendente que, al terminar, el oyente más escéptico siente que una música de auténtico perdón ha llenado el auditorio, confiriendo a todos una perfecta absolución y a él mismo una gracia particular por la que ya no sólo cree en Bach sino también en Dios.
Durante las dos horas que duró la velada, los discípulos de Masaaki Suzuki nos brindaron una versión de marcada austeridad, sin el brillo ni la prestancia vocal de las huestes de un Gardiner, con tiempos a veces algo pesantes, pero con al menos los mismos visos de autenticidad histórica que las del inglés e imbuida de una hondura, idioma y color admirables. En este sentido, creo que no está de más señalar que Suzuki ha consagrado su vida a dar aún mayor gloria a la obra del cantor de Leipzig y que, fruto de ese prolongado empeño y más allá de su exótica procedencia, el Bach Collegium Japan se ha convertido en una agrupación con carácter propio y, al mismo tiempo, perfectamente equiparable a las más prestigiosas de Europa.
Si algo quedó de manifiesto con esta Pasión, fue que Suzuki cincela con devoción apostólica cada frase del relato, ya se trate de un coral, un aria o un recitativo. Veinte músicos -si contamos al propio Suzuki al clave- y otros veinte coralistas le acompañan; los instrumentos de aquellos lucen timbres adecuadamente modestos y rústicos y las voces de estos no son grandes, ni siquiera las de los solistas, pero el trabajo de conjunto es soberbio, tanto en lo instrumental, por el perfecto empaste de cuerda y viento, como en el aspecto puramente vocal, donde destacó el magnífico desempeño de Benjamin Bruns, Carolyn Sampson y Christian Immler.
Al disfrute también contribuyeron en buena medida la proyección de subtítulos en una pantalla luminosa y las breves, pero muy didácticas notas al programa de Regino Mateo. Gran noche barroca, por tanto, con la que el Festival Internacional de Santander cerró una estupenda semana de arranque en la que ha habido de casi todo y todo bueno.
Darío Fernández Ruiz
73 Festival Internacional de Santander.
Bach Collegium Japan.
Masaki Suzuki, director.
La Pasión según San Juan de J. S. Bach.
Sala Argenta del Palacio de Festivales, Santander
Foto © Pedro Puente