La presencia de la Accademia del Piacere que dirige Fahmi Alqhai supone siempre un referente en el FeMÀS, por cuanto su director procura hacer gala de su espíritu innovador -no necesariamente transgresor- y desde su ubicación casi siempre en el ecuador de la Muestra supone esa clave entre las dovelas del arco variopinto que conforma el Festival. En la figura de Bach convergían las propuestas de su programa, desde las francesas de Marais, las italianas de un francés afincado en Londres como Dieupart o las imperiales de François Couperin: es decir, las alemanas propias de Bach, las estrictas formas francesas y la luminosidad, melodías y armonías de la música italiana.
También los esfuerzos del grupo nos llevarán a Bach. Alqhai concibe la Accademia como un ente familiar, cuyo núcleo comparte con su hermano Rami y su mujer Johanna, lo que proporciona un rasgo coherente a la vez que identitario al conjunto. Por ello, Alqhai adapta las obras que toca al trío de violas que forman el sustrato medular de su propuesta, lo que a la vez supone un tan ímprobo como satisfactorio. Sin embargo, esta convergencia de violas da gamba bajas supone una cierta homogeneidad tímbrica (parecían estrenar incluso el mismo tipo de arco los tres, a juzgar por la cantidad de resina que estuvieron aplicando al mismo), por mucho que se intente dividir los registros del instrumento.
Todavía, cuando se Alqhai se ha presentado con un quintón, la tesitura aguda del mismo le permite sobresalir del trío, definiendo mejor el papel asignado a los demás como contracanto y un sostén armónico, respectivamente. La compañía de clave y tiorba, miembros de una misma familia -la de la cuerda-, uno pulsado mecánicamente y otro de manera manual, suponen un elemento un tanto redundante, que no ocurriría con un instrumento de viento, por ejemplo. Alqhai es un gran músico y tiene una sensibilidad especial, así que él mejor que nadie por qué lo hace así; pero nos limitamos contar lo que sentimos como espectadores fieles del conjunto.
Sin embargo, con Bach todo cambió: la Obertura a la francesa BWV 831 “abría” la trama tupida anterior, llenándola de luz, en parte gracias a la diversificación del protagonismo, en un caso del clave de Núñez, que ya había tenido una intervención notabilísima en Dieupart, y que ahora volvía a acertar de pleno; y también de Rincón, sólido laudista, este año más apegado al papel que otras veces, si bien supo conversar maravillosamente con Rami, valor siempre seguro, así como de Johanna, también más protagonista. Y también Bach nos trajo lo mejor de lo mejor del líder de la banda, un tremendo Fahmi de musicalidad arrebatadora, virtuosística, muy inspirada y entregada, que convirtió los ocho tiempos de la suite en un momento. Acaso aquí debería haber empezado el concierto.
Carlos Tarín Alcalá
FeMÀS 2019. Accademia del Piaccere (Fahmi y Rami Alqhai, Johanna Rose, Javier Núñez y Miguel Rincón) / Fahmi Alqhai.
Obras de Marais, Dieupart, F. Couperin y Bach.
Teatro Turina, Sevilla.
Foto © Lolo Vasco y Guillermo García