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Crítica / Todas las piezas del puzle - por Luis Mazorra

Madrid - 07/12/2021

La exuberante belleza de la pieza en forma de cantata romántica: Fausto y Elena de Lili Boulanger, fue puesta de manifiesto por un elenco ciertamente idóneo para esta brillante página, en el ciclo sinfónico de la OCNE.

Un elenco encabezado, en primer lugar, por la Orquesta Nacional, pero, además, por un trío de solistas de presencia y dominio vocales, afinación y musicalidad ejemplares: Sylvie Brunet-Grupposo, Julien Henric y Alexandre Duhamel, dirigidos con la consumada maestría de todo un Marc Minkowski.

Un dramatismo que surgía ya de la línea melódica misma y que contó con expresividad teatral adicional de alguno de los cantantes.

Un dramatismo que cortaba la respiración en aquel marco de secular beatitud amorosa, conflicto y tragedia. Un romanticismo tardío de relativa idiosincrasia francesa con un poderoso aparato cromático de ascendencia wagneriana bien gestionado técnica y emocionalmente.

Todo un alarde de dinamismo desde el podio y atriles de la orquesta que, y quiero destacar esto, no hubiera funcionado sin las cualidades de los solistas vocales citados. Cantantes que nunca se vieron sobrepasados ni condicionados por el nutrido cuerpo orquestal sobre las tablas. Más aún cuando alcanzamos su agitado y estremecedor tramo final antes del breve declinar postrero. Todas las piezas de un excelente puzzle interpretativo.

Una obra de Lili Boulanger imprescindible. Media hora de tensión extenuante... y maravillosa. Y, sinceramente, esta primera parte ya hubiera justificado todo el concierto. - ¿Sólo treinta minutos? - Pues sí... «sólo».

Pero no nos precipitemos. Aún así, teníamos en programa tras el descanso, la «Primavera», Primera sinfonía de Robert Schumann.

Minkowski al mando, apostó en su Schumann por aquel generoso dinamismo, aquí más visceral e impulsivo, que quedó patente de inicio en un exultante Allegro molto vivace que ensombreció, incluso, el Andante un poco maestoso de introducción que le precedía y se recupera en su discurso posterior.

La paz bucólica del Larghetto gozó también del necesario sentido de la articulación sinfónica, para alcanzar un comprometido Scherzo, con sus inesperados cambios de tempo, suspensiones, texturas y caracteres, que se movió en ánimo conforme.

Cambios de indudable sentido teatral, verdaderos personajes de un imaginado paisaje de fantasía, que con Minkowski tuvieron extrovertido y patente reflejo ya en su Allegro animato e grazioso.

Por cierto, mientras escuchaba este Finale de sinfonía, pensé furtivamente, y aquí lo refiero: mucho Moussorgsky, el de los Cuadros al menos, sale de este movimiento... (Ahí lo dejo...)

Toda una experiencia, pues, en dos actos en cierta medida complementarios y, con Minkowski en el podio, de común ánimo y tensión dramática: Boulanger, Lili, y Schumann, Robert.

Luis Mazorra Incera

 

Sylvie Brunet-Grupposo, mezzosoprano; Julien Henric, tenor; y Alexandre Duhamel, barítono. Orquesta Nacional de España / Marc Minkowski.

Obras de Lili Boulanger y Robert Schumann.

OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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