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Crítica - The Tallis Scholars: Felices Reencuentros en Estella

Estella - 04/09/2019

La Semana de Música Antigua de Estella, ahora bajo el acrónimo SMADE, celebra su edición número cincuenta bajo el título de Reencuentros, con una selección de artistas internacionales y locales que ya han actuado en sus cuarenta y nueve ediciones anteriores, como Raquel Andueza y la Galanía, The Tallis Scholars, Ensemble La Danserye, José Miguel Moreno, Carlos Mena, Antonio Baciero, la Orquesta Sinfónica de Navarra junto a la Coral de Cámara de Pamplona, Jordi Savall y Pedro Estevan, o Europa Galante con su violinista y director Fabio Biondi.

Es de justicia reconocer como auténticos pioneros a aquéllos que organizaron las primeras ediciones de la SMADE, desde que en 1967 Fernando Remacha invitara al grupo alemán Studio der Früher Musik München para actuar en Estella en unos conciertos que transcurrían paralelos a la Semana de Estudios Medievales. Así comenzó la andadura de este festival en España, en donde la música antigua era una auténtica desconocida. Después de estos 50 años, y gracias a estas iniciativas entonces tan extravagantes, la música antigua en España goza de una salud de hierro, con cientos de músicos y grupos de una calidad envidiable y que crece a un ritmo frenético.

El concierto que hoy nos ocupa pertenece a otros formidables precursores, el conjunto inglés The Tallis Scholars, fundado por su actual director Peter Phillips allá por 1973 con el objeto de recuperar la más exquisita música polifónica europea del Renacimiento. Este conjunto ha conservado durante toda su trayectoria un estándar máximo de calidad, llegando a convertirse en leyenda de la interpretación de la polifonía a capela, con la creación de un sonido y de un estilo propios absolutamente reconocibles al instante por todo buen aficionado a este tipo de música.

The Tallis Scholars se presentó en el bellísimo y abarrotado Convento de Santa Clara de Estella con una formación de diez cantantes, cuatro sopranos, dos altos, dos tenores y dos bajos, interpretando extraordinaria música contenida en los archivos de la Capilla Sixtina de Roma, salvo una obra del compositor contemporáneo Alexander Campkin.

El hilo conductor del programa no fue otro que la genial música de Giovanni Pierluigi da Palestrina, figura preeminente en los archivos e interpretaciones de la Capilla Papal desde la Contrarreforma (1545-1648) hasta nuestros días. Pudimos degustar todos los movimientos que componen una misa católica, Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei, pero cada uno perteneciente a una composición diferente del propio Palestrina -compuso unas 110 misas- lo que nos permitió disfrutar de los múltiples estilos compositivos del italiano.

Así, comenzó el concierto con el palestriniano Kyrie de la Missa Assumpta est Maria, a 6 voces, misa basada en su motete homónimo. El conjunto inglés logró impactar inmediatamente al público con esa espectacular sonoridad que posee, tan brillante como perfecta, y con una afinación impecable, siempre a capela. Todo ello estuvo secundado sobremanera con esa magnificencia que confiere la propia composición con dos partes espectaculares de soprano, las cuales, con una entonación y empaste supremos, sin vibrato apreciable y con un timbre bellísimo y homogéneo en todo su registro fueron de lo mejor de la velada. El Gloria, de la Missa Ecce ego Johannes, permitió distinguir la pulcra emisión las voces más graves, ya que la escritura más fácil de comprender a cuatro voces nos dejó bellísimos momentos entre las imitaciones de las dos altos (curiosamente esta vez sin ningún contratenor), los tenores y los carnosos bajos. La primera parte del concierto concluyó con el Credo de la más conocida de las misas del compositor italiano, la Missa Papae Marcelli, de la que se dice que fue la salvadora de la música polifónica durante la Contrarreforma.

Sea como fuere, esta obra maestra a seis voces permite disfrutar de una claridad y comprensión máximos del texto, con una alternancia cuasi policoral entre las voces agudas y entre las graves, que anticipa lo plasmado en el siguiente movimiento, el Sanctus de la Missa Confitebor tibi Domine, a ocho voces en dos coros, que permitió un lucimiento solista de los componentes del conjunto inglés, brindando una lección magistral de forma, estilo y equilibrio vocal.

Debemos hacer una mención especial a la pieza que concluyó el concierto, el Agnus Dei de la Missa Brevis, composición recogida en multitud de archivos de toda Europa. Esta obra, a cuatro voces, amplía esta formación en el segundo Agnus Dei a cinco voces, con un bellísimo canon ad unisonum en la voz de soprano, con un resultado hermosísimo al emplear estas imitaciones. La interpretación de este momento por The Tallis Scholars fue de una belleza sobrecogedora, con unos fantásticos pianos y diminuendos en las secciones descendentes que conformaron un momento realmente mágico, apoyado en el poético significado del texto, Dona nobis pacem. Quizá este recurso de recogimiento del volumen sonoro pudo ser más aprovechado durante el resto de la velada, teniendo en cuenta además las sobresalientes condiciones acústicas del Convento de Santa Clara.

Casi todos los demás compositores del concierto fueron cantores del Coro Papal o de la Capilla Sixtina, e influyeron notablemente en la obra de Palestrina. Así, de Cristóbal de Morales se nos ofreció uno de sus Regina coeli, en esta ocasión el de seis voces, en la que destacaron sobremanera las sopranos I, con un sonido cristalino y de una pureza extrema. De Constanzo Festa, uno de los pocos italianos que cantaron en el Coro Papal, degustamos su sensual motete Quam pulchra es, antecesor claro del Canticum canticorum de Palestrina, que fue interpretado a modo de madrigal espiritual, con un cantante por parte y sin dirección, con unas delicadísimas tres sopranos ejerciendo de alegoría de la pureza y sensualidad sobre la fantástica voz del tenor Steven Harrold, quien estuvo en diálogo permanente con el resto de sus compañeros durante todo el concierto para obtener la tan ansiada conjunción en un grupo de cámara de primer nivel.

Carpentras, compositor y cantante francés cuyo nombre real era Elzéar Genet, fue muy famoso en su época, y de hecho sus lamentaciones de Semana Santa eran una de las joyas de la Capilla Papal hasta la llegada de Palestrina. De él escuchamos precisamente una de sus lamentaciones, para tres y cuatro voces graves en donde se pudo apreciar la austeridad homofónica mezclada con un contrapunto estricto, aunque tal vez fue la obra menos brillante del ensemble británico, con momentos de incierto rumbo musical.

Uno de los momentos más esperados de la velada fue la audición del celebérrimo Miserere de Gregorio Allegri, único músico de la Capilla Papal en este programa posterior a Palestrina, aunque deudor de mucha de su sapiencia musical. La teatral disposición que Peter Phillips ideó para su interpretación fue ubicar al primer coro en el altar y al segundo coro oculto en una sala interna, mientras que el tenor que entonó el canto llano se situó al fondo de la iglesia. Esta disposición creó una atmósfera misteriosa, casi como la de los oyentes que podían disfrutarla en la Capilla Sixtina durante el siglo XVII. Fue muy meritoria la intervención de la soprano Amy Haworth en los pasajes en donde alcanza el do de pecho, con una naturalidad y afinación pasmosas.

Al compositor actual Alexander Campkin, nacido en 1986, le encargó el propio Peter Phillips que compusiera una obra homónima a la de Allegri, Miserere mei, basada asimismo en el salmo 50. Pudimos degustar una fantástica obra, también con una disposición a dos coros, en la que sobre unos graves soberbios ejercidos por los bajos, se fueron añadiendo texturas: primero un fabordón de los tenores, más tarde motivos imitativos de las cuerdas agudas, para desembocar en un enorme crescendo formidablemente interpretado por el segundo coro situado fuera de escena, que poco a poco alcanzó el clímax con la misma nota aguda de la soprano en Allegri, el do de pecho, sobre las palabras Libera me de sanguinibus.

Josquin Des Prés, cantor asimismo en la Capilla Sixtina, fue el último de los compositores representados en el concierto, del que se interpretó el motete Inter natos mulierum, dudosamente atribuido al compositor flamenco, como muchas piezas más, lo que no impide que sea una obra de una factura muy hermosa, italianizante, con sonoridades más modernas de las que normalmente utiliza Des Prés. Pudimos disfrutar aquí de una preciosa sonoridad grave de la sección masculina del conjunto inglés.

Peter Phillips dirigió el concierto con su habitual vitalidad y precisión y atención al detalle, llevando un tactus casi siempre en subdivisión cuaternaria, lo que permite que estén todas las complejas piezas del puzle en su sitio, puesto que este tipo de polifonía contiene innumerables entradas e imitaciones que de este modo pueden llegar a ser dominadas, no sin dificultad ni concentración máxima, por el director.

Antes de retirarse, y ante la insistencia y entusiasmo del público congregado en Estella, The Tallis Scholars ofreció uno de los afamados Crucifixus del veneciano Antonio Lotti, el compuesto a 8 voces, para regocijo de la audiencia.

Simón Andueza

The Tallis Scholars. Peter Phillips, director.
Obras de Giovanni Pierluigi da Palestrina, Cristóbal de Morales, Constanzo Festa, Carpentras, Gregorio Allegri, Alexander Campkin y Josquin Des Prez.
Semana de Música Antigua de Estella, Convento de Santa Clara.

Foto: The Tallis Scholars en el Convento de Santa Clara / © txisti

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