La temporada 2024/2025 del Palau de la Música de Valencia continúa su exitosa serie de conciertos sobreponiéndose admirablemente a las catastróficas consecuencias que la reciente y devastadora DANA ha legado a la ciudad de Valencia y a sus alrededores más próximos. Un concierto como el que presenciamos en la repleta Sala Iturbi, con una capacidad de unas de 1800 localidades, no solo normaliza la vida cotidiana de los ciudadanos, sino que les otorga esperanza y salud emocional, además de revitalizar económicamente la necesitada cotidianidad valenciana.
La emoción contenida del respetuoso minuto de silencio que todos los presentes, artistas y público, guardaron por las 223 víctimas del terrible suceso natural, dio paso a una interpretación realmente referencial del oratorio más afamado de cuantos se conozcan, Messiah, de George Friedrich Haendel, pero que también plasmó la personal y colorista visión del director y fundador de The Sixteen, Harry Christophers (entrevistado en RITMO de diciembre por quien firma).
La icónica formación británica se presentó en su único concierto de 2024 en suelo español con una formación que incluyó al conjunto vocal e instrumental. Así, nos encontramos una formación camerística para este oratorio en una sala acostumbrada a acoger eventos en los que participan centenares de músicos. No por ello la interpretación abandonó su carácter íntimo y hasta, en ocasiones, su carácter, que mostró como un orfebre musical que mima todos los detalles de una joya repleta de sus más intricadas características.
La orquesta, con la que se interpretó la versión más estándar de la obra haendeliana, y que huyó de la orquestación revisitada por Wolfang Amadeus Mozart, contó con un reducido plantel de 5, 4, 2, 1 instrumentistas en la cuerda, sin violas, más su correspondiente pareja de oboes, las dos trompetas y timbales de sus números más triunfales, más los dos intérpretes del bajo continuo armónico, el clavecinista y el organista.
El coro, verdadera seña de identidad de The Sixteen, permaneció fiel a su formación, conformada por seis sopranos, cuatro altos, cuatro tenores y cuatro bajos.
La Sinfonía inicial mostró las virtudes de la orquesta, que, aún contando con las reducidas dimensiones narradas previamente, mantuvo en todo momento una perfecta sonoridad en sus violines, perfectamente nivelados y afinados, y mostrando a lo largo del oratorio una conjunción magistral en cuanto a articulación, empleo del arco y fraseo, demostrando así el gran trabajo previo de la partitura en los ensayos. Las constantes demandas de la dirección musical siempre enérgica, entregada y comprometida de Harry Christophers fueron intachablemente correspondidas, con el correspondiente resultado de un grupo instrumental disciplinado, preciso y altamente dúctil y expresivo. La deliciosa ligereza de cada motivo interpretado dio como resultado el sólido instrumento sobre el que los intérpretes vocales pudieron construir un discurso musical seguro y de una calidad de primer nivel.
El coro fue un alarde técnico constante en las múltiples e icónicas creaciones de genio de Halle encomendadas al grupo vocal. Podemos afirmar que el empaste vocal, afinación y disciplina musical estuvieron al límite de la perfección, aún cuando las constantes demandas expresivas de Christophers en búsqueda de la transmisión extrema del significado textual del idioma británico fueron continuos y exigieron una concentración inusitada de los cantantes. Las sopranos escogidas por el director británico mostraron una carencia de vibrato en sus voces que permitieron una transparencia absoluta de la creación del sonido único, prístino, dúctil y ligero de sus miembros. Los altos, conformados por hombres y mujeres, mostraron un carácter menos sonoro que el resto de cuerdas, mientras que las voces masculinas del grupo coral inglés revelaron su inconfundible y colorista timbre, luminoso, ágil y bello en los tenores, y varonil, carnoso y rotundo en la cuerda de bajos. Todos ellos destacaron sobremanera en las cualidades técnicas más destacadas que se pueden encontrar en cualquier coro profesional: el control absoluto de las coloraturas vocales, que dieron como resultado unas agilidades de verdadero ensueño, absolutamente perfectas, y una disciplina textual extrema que otorgó una absoluta inteligibilidad del texto a la par que un orden y limpieza constantes en el discurso musical.
El cuarteto vocal solista que disfrutamos fue penamente placentero y de características contrastadamente dispares a las voces que conformaron el coro. La soprano Jessica Cale exhibió una trabajada vocalidad no exenta de vibrato que le permitieron otorgar un carácter expresivo de sus preciosas arias y recitativos, a la vez que su voz ligera le permite el desempeño fácil de los momentos más ágiles de la partitura. La contralto Catherine Wyn-Rogers otorgó al conjunto de solistas su fabulosa expresividad que la experiencia le ha otorgado, mientras exhibió unas cualidades vocales en un esplendor maduro envidiable, a lo que se sumó su bellísimo timbre cálido de contralto.
Gwilym Bowen, tenor solista de la velada, fue la sorpresa del concierto, ya que su apariencia juvenil contrastó con una madurez vocal y escénica formidables junto a una depurada técnica y un hermosa voz capaz de asomarse a cualquier carácter contrastante que tanto juego da en la música dieciochesca. Por su parte, el bajo – barítono Henry Waddington se mostró como el perfecto intérprete de sus correspondientes arias, gracias a un instrumento vocal privilegiado, de fiato de primer orden, timbre personal, consiguiendo además el control de las piezas mediante su dominio expresivo del texto.
Harry Christophers, artífice verdadero de la interpretación de verdadero ensueño que disfrutamos en la fabulosa sala valenciana, se mostró tan vital, con la misma pasión y compromiso con la partitura a lo largo de toda la velada como si fuera la primera vez que se enfrenta a ella, y no debemos olvidar que el Mesías tal y como lo conocemos hoy no sería el mismo sin su magnífica visión y ejecución de esta genial creación. Cada detalle de su trabajada y experimentada labor musical fue un verdadero placer continuo para cualquier melómano que aprecie esta música.
El respetuoso público, como no podía ser de otra manera, ovacionó larga y profusamente la labor tan ardua de todos y cada uno de los intérpretes que nos ofrecieron este espléndido festejo musical.
Simón Andueza
Jessica Cale, soprano, Catherine Wyn-Rogers, contralto, Gwilym Bowen, tenor, Henry Waddington, bajo.
The Sixteen, Harry Christophers, director.
Georg Friedrich Haendel: Mesías HWW 56.
Concierto de Abono 8 de la Temporada 2024/2025 del Palau de la Música, Valencia
Sala José Iturbi, 11 de diciembre de 2024, 19:00 h.
Foto © Live Music Valencia