Volvió al Colón donde tiene una tradición en sus estadísticas “The Consul” la opera de Gian-Carlo Menotti estrenada en 1950 el Filadelfia, que le originó fama y premios y que en aquel entonces era un alegato de fuerte tono a la desesperación humana en tiempos de la Guerra Fría, como episodio en un país supuesto, europeo, sin mención, frente al fenómeno de la deshumanización como muestra su argumento.
El acudir a un consulado en busca de auxilio, como dice la trama, nunca encontrará respuesta El cónsul es el referente abstracto de imposible acceso. Un episodio de un lacerante contenido que aun se mantiene –y lo seguirá teniendo- como alegato social, en tantísimos hechos de la actualidad.
Recuerdo al lector que Menotti (1911-2007), calificado como italio-norteamericano, porque nació en Conegliano y fue a Milan a estudiar y luego partió a los Estados Unidos donde estudio en el Curtis Institute de Filadelfia, entre varias versiones que se hicieron en el Colón de su principal opera (fue autor de 25) estuvo la de su propia concepción escénica, inolvidable, de 1999.que referencié en estas páginas.
Este nuevo regreso en su lengua original, como corresponde, ya que muchas de las primeras se ofrecían en italiano en este teatro, tuvo una puesta correcta en cuanto al homenaje al autor (a quien nunca le gustó que lo denominen pos-verista según recuerdo en las entrevistas que le realizaban),
Estuvo a cargo de Ruben Szuchmacher que supo destacar esos fundamentos en la burocracia y la deshumanización. Sobre el marco escenográfico de Jorge Ferrari. Su expresión se hizo clara al manifestar que “volver sobre “El cónsul” se hace imprescindible en tiempos en que los seres humanos devienen simples números en una plantilla de Excel” (sic)
La dirección musical a cargo del maestro Marcelo Ayub también ratificó los méritos de esta partitura de Menotti quien se destacara también como organizador de eventos, al fundar aquel conocido Festival dei Due Mondi de Spoleto, que sostuvo por largos años.
Entre los cantantes, el papel de Magda Sorel es siempre un referente y hemos tenido aquí figuras de mérito. En este caso, con un elenco completo de cantantes locales, sobresalió la destacada soprano compatriota Carla Philipcic Holm con sus vibrantes escenas en tanto en tanto la acompañaban el barítono Sebastian Angulegui, le mezzosoprano Adriana Mastrangelo y otros más en papeles de flanco con eficacia.
En suma, fue un merecido homenaje al autor, Gian-Carlo Menotti, cuya presencia en este suelo fuera hace 25 años un testimonio de su labor, que vuelve a rescatarse, con ideas siempre presentes y latentes. En próximo despacho continuaré con mis recensiones. Hasta entonces.
Néstor Echevarría
Carla Filipcic-Holm, Sebastian Angulegui, Adriana Mastrangelo, Virginia Correa y otros.
Dirección musical: Marcelo Ayub
Dirección escénica Ruben Szuchmacher
Escenografía y vestuario: Jorge Ferrari
Con la Orquesta Estable del Teatro Colón.
Teatro Colón de Buenos Aires
Foto © Máximo Parpagnoli