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Crítica / Tetelman y Moreno ponen en pie al público en el Teatro Campoamor - por Darío Fernández Ruiz

Oviedo - 05/06/2024

De apoteosis puede calificarse lo acontecido en la gala que Jonathan Tetelman y María José Moreno protagonizaron dentro del festival que, como todos los años desde hace treinta y uno, la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo organiza a mayor gloria del teatro lírico español.

Al menos, los vítores y las sonoras aclamaciones del público que, puesto en pie, ovacionaba al ascendente tenor norteamericano y a la acreditada soprano granadina al término de la velada así nos lo dieron a entender.

No era para menos, habida cuenta del notable desempeño de ambos y el indudable imán del repertorio elegido: una selección de romanzas, arias y dúos de ópera y zarzuela confeccionada con el indisimulado propósito de agradar a un público muy amplio.

Así, María José Moreno exhibió la característica pureza de su timbre de soprano lírico-ligera que tanto le conviene a las páginas de La tabernera del puerto (“En un país de fábula”) o Il barbiere di Siviglia (“Una voce poco fa”), por no hablar del vals de Roméo et Juliette (“Je veux vivre”). En ellas, apreciamos que la emisión sigue siendo tan natural como la de aquella Marie de La Fille du Régiment que causó sensación en el madrileño Teatro de la Zarzuela a finales de los noventa y que, con el paso del tiempo, su instrumento ha ganado cuerpo y un carácter más lírico. Todo ello, unido a su inteligencia como artista y un hábil uso de los reguladores, le permitió cosechar abundantes aplausos.

Por su parte, Jonathan Tetelman encandiló al público con un timbre lírico igualmente agradable -solar, como lo califican muchos críticos- y generoso; tanto, que se ha comparado con el del añorado Pavarotti, aunque le diferencia, entre otras cosas, un vibrato que puede disgustar a algunos. No es mi caso. De cualquier manera, nadie podrá discutir la extensión e igualdad de la voz en toda la tesitura ni la plenitud y penetración de su registro agudo. Llamó la atención la variedad expresiva que ha ido introduciendo en su fraseo, cincelado con pianos y claroscuros de gusto y mérito, algo que quedó de manifiesto en su interpretación de “No puede ser”, “La fleur que tu m’avais jetée” y una magistral “Quando le sere al placido”.

Un matizado “Adiós a la vida” pucciniano terminó de sellar su triunfo personal y enardecer a un público que ya había disfrutado con el dúo “Cállate, corazón” de Luisa Fernanda que cerró la primera parte y que lo haría aún más con el “O soave fanciulla” que puso punto final a la segunda.

Lo que vino después, como escribía al principio, fue una verdadera apoteosis lírica de la que la Oviedo Filarmonía y el director Lucas Macías fueron colaboradores necesarios y eficaces; soprano y tenor respondieron a las aclamaciones con el vals de Musetta, un “Nessun dorma” que levantó a los espectadores literalmente de sus asientos y el inevitable brindis de La Traviata; puede que en el escenario solo cantaran dos, pero en la sala y para sus adentros, lo hacían cientos de personas que, felices y satisfechas, abandonaron el Teatro Campoamor cerca de las diez de la noche, a tiempo para presenciar cómo el Real Madrid se coronaba una vez más como rey de Europa.

Darío Fernández Ruiz    

 

María José Moreno y Jonathan Tetelman. Oviedo Filarmonía. Lucas Macías.

Preludios, arias, romanzas y dúos de ópera y zarzuela.

XXXI Festival de Teatro Lírico Español

Teatro Campoamor, Oviedo.

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