La presencia de una de las violinistas más importantes en el actual panorama internacional como es la neerlandesa Janine Jansen en un programa dedicado a Haydn y Mozart ha generado una gran expectación por la participación de una de las orquestas de cámara más representativas de la tradición clásica como es la Camerata Salzburg, en esta ocasión bajo la dirección del concertino Giovanni Guzzo, y que, entre otras formaciones, participa destacadamente en las temporadas de conciertos de la sala del famoso Mozarteum, principal institución musical de la ciudad natal de Mozart, conservadora del espíritu y secretos de este músico universal.
El concierto se inició con la Sexta Sinfonía en Re, Hob.1:6, “Le matin” de Franz Joseph Haydn con una etérea sonoridad de la orquesta anunciando el amanecer, Adagio, antes de continuar en el inmediato Allegro, que sirvió para que se desatara la formación en toda su capacidad expresiva, impulsada por el rítmico nervio de Giovanni Guzzo desarrollando un aire concertante favorecido por las intervenciones de los distintos instrumentos de madera, que enriquecían la interpretación con un precioso cromatismo y articulada exposición. Un sentido barroco italiano se impuso en el Adagio, reforzado por el carácter consecuente en ripieno del resto de la orquesta antes del bello dúo protagonizado por el fagot y el contrabajo en el trío del minueto, uno de los pasajes más atractivos de la obra. El allegro final fue una exhibición del virtuosismo que atesora Guzzo muy acertadamente integrado en la orquesta con un especial punto de relevancia sonora.
La deseada aparición de Janine Jansen en el escenario se produjo con el Quinto Concierto en La, K 219, “Turco” de Mozart. Hizo gala de una especial delicadeza de canto en su dialogado recitativo acompañado por la orquesta, sustanciando una especie de cohesión en el discurso de la obra que ponía al descubierto un personalísimo ethos mozartiano. El dinamismo sereno que éste requiere en el Adagio fue la lectura que la solista siguió, haciendo una verdadera recreación sin la más mínima retórica a la que puede prestarse la ejecución de este movimiento en el que mantuvo siempre un balance dinámico de entonación y acento, cualidad de voz que sólo es patrimonio de los grandes instrumentistas. El rondó final y su consecuente tiempo de minueto fueron ejemplos de dignificación expresiva al imitar ritmos tiroleses, húngaros y napolitanos con un punto de humor de creciente jovialidad conforme discurrían sus compases, generando un sentido lúdico que tuvo su culminación en la pirueta final quedando la música en suspenso, sin el esperado acorde final.
La segunda parte de la velada empezó con el Tercer Concierto en Sol, K 216, “Strassburger-Konzert”, que Mozart compuso con sólo diecinueve años. En él la solista desarrolló toda su fantasía por ofrecer la elegancia casi irreal de la música que contiene esta obra, llevando al oyente a una inevitable gozosa perplejidad por la nobleza de su toque y la profundidad de su fraseo, efectos desarrollados con el luminoso sonido de su Stradivarius Shumsky-Rode construido en 1715 y que, además de los dos mencionados propietarios que le dan nombre, perteneció al mítico violinista húngaro Leopold Auer.
El programa concluyó con una excelente versión de la Sinfonía “Midi” en Do de Haydn. Desde su introducción lenta, Adagio, la Camerata Salzburg desarrolló una idea concertante de carácter italiano en la cuerda, estimulada por la cinética de Giovanni Guzzo, que orientó a una especie de recitativo acompañado con un aire lírico el desarrollo del segundo movimiento en el canto del violín, entendido como su fuera la voz de una soprano del siglo de Metastasio. La coordinación de las dos flautas en el tercer movimiento no distrajo al escuchante del grado de nobleza alcanzado en la cadencia destinada al violín y al violonchelo, uno de los momentos más brillantes de la velada junto al solo del primero en el trío del minueto siguiente. El goce expresivo fue la tónica de la interpretación del allegro final, momento más que gratificante en la intervención de esta más que centenaria orquesta.
Volvió a brillar con la esplendorosa ejecución del Allegro con spirito que cierra la Snfonia nº 29 en La, K 201 de Mozart con la incorporación de Janine Jansen junto al concertino, lo que significó un detalle de camaradería, satisfacción y agradecimiento de la solista para con la orquesta, realizando una jubilosa interpretación de este movimiento que ofrecieron como bis al final de su actuación.
José Antonio Cantón
Camerata Salzburg
Solista: Janine Jansen (violín)
Concertino y líder: Giovanni Guzzo
Obras de Franz Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart
Sala sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), 19-II-2024