Estas palabras, establecidas como título de la obra de estreno de la compositora británica Cheryl Frances-Hoad (1980-) (A Gift of Heaven), resumen a la perfección el concierto que presentamos en la sala de cámara del Auditorio Nacional, tanto como parte del texto empleado por la compositora como traducción al inglés de las palabras que el propio Giovanni Pierluigi da Palestrina (ca. 1525-1594) escribiera en el prefacio del Missarum liber secundus publicado en Roma en 1570 y que contiene su aclamada misa Papae Marcelli, como para expresar adjetivos laudatorios del grupo vocal de cámara tan extraordinario que nos ofreció el concierto, Stile Antico.
El Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) ofrece este ya comenzado año 2025 una especial atención a la figura de Giovanni Pierluigi da Palestrina, del quien este año se celebra el quinto centenario de su nacimiento, organizando ocho conciertos de cuatro agrupaciones distintas en ciudades como Madrid, Sevilla, Salamanca u Oviedo. Este primer concierto de enero inauguró los merecidos faustos dedicados a su persona.
Alabado como el ‘Príncipe de la Música’ por cronistas coetáneos, esta denominación que sirve de título a la esperada gira de Stile Antico, quienes acaban de publicar su tercer cedé dedicado a su figura en el prestigioso sello discográfico Decca, presentaron un inteligente programa que ofreció en hora y media de interpretación vocal a capela obras tanto de autores que sitúan la producción de Palestrina en su contexto, como las del propio autor, que fueron mayoría.
Utilizando como partituras las ediciones impresas de uno de los miembros grupo, Gareth Thomas, aspecto muy relevante y que pone en perspectiva la faceta intelectual, y no solo interpretativa, de sus componentes, Stile Antico se presentó en el escenario con su característica colocación -sin que haya dos personas juntas que canten la misma parte- hecho que favorece la mezcla tan formidable de sus timbres y el empaste vocal, en un ejercicio de humildad personal al servicio del conjunto. La circunstancia de que el grupo carezca de director es otra de sus primordiales características y que obliga a sus miembros a un continuo y fascinante ejercicio de música de cámara en donde la complicidad musical y personal son una constante.
El primer motete que dio comienzo a la velada fue Sicut cervus, una de las más conocidas del compositor italiano, que posee un delicioso texto del Libro de los Salmos, y que se ofreció felizmente en su forma bipartita. El tan admirado contrapunto de Palestrina es una característica fundamental de la pieza, en donde las secciones imitativas construyen un todo tan equilibrado y extraordinario que realmente logra trascender el mero plano terrenal de quien lo compusiera para así expresar una oración divina al creador. En las composiciones a cuatro voces, como es el caso, el conjunto vocal inglés es en donde muestra su mayor fortaleza en el manejo de planos sonoros y de equilibro vocal, alcanzando cotas de calidad asombrosas durante toda la pieza. Las distintas voces están tan bien cohesionadas que es difícil de distinguir en muchas ocasiones a qué cuerda pertenecen los cantantes.
Tras esta introducción se sucedieron bloques de composiciones agrupadas bajo un mismo título. El primero, La capilla papal, nos mostró dos motetes de dos de los grandes compositores de dicha capilla precursores de Palestrina y que tanta influencia le otorgaron, Josquin Desprez y Jacques Arcadelt, con Salve Regina a cinco voces y Pater noster a ocho voces, respectivamente. Mientras que la obra de Desprez fue similar en cuanto a concepción que la inicial, la de Arcadelt fue una demostración de la policoralidad romana, ya que el propio Palestrina empleará esta técnica de composición en muchas ocasiones. Las ocho voces obligaron a sus miembros a reducir la plantilla total a ocho personas, uno por parte, con lo que el concepto sonoro cambió, manteniendo el equilibrio entre voces, pero aportando la tímbrica individual.
Cerró el bloque el fastuoso motete Tu es Petrus del propio Palestrina, en una exhibición de la espectacularidad que logra su autor y de las capacidades expresivas de sus miembros. Realmente inolvidable. Las imitaciones de su autor crean juegos entre tres o más voces que crean entre sí pequeñas agrupaciones policorales que se van respondiendo sin llegar a serlo.
El segundo bloque, que cerró la primera parte del concierto, titulado La contrarreforma, aludió a la leyenda de Palestrina como salvador de la música en su utilización dentro de los ritos católicos durante su vida, mediante la interpretación de dos piezas del propio autor y una de nuestro Tomás Luis de Victoria, Trahe me post te, cuyo delicioso texto del libro Cantar de los Cantares es pareja a su ensoñadora factura, que alaba con especial cariño a la figura de la Madre de Dios.
El Credo de la Missa Papae Marcelli, pieza clave en la historiografía de Palestrina cerró esta primera mitad. El trabajo expresivo del extenso texto de este propio de la misa fue la prioridad interpretativa de su interpretación, tanto en dinámicas como en agógica, facilitando de un modo superlativo su ya transparente texto, característica que tanta repercusión tuvo tanto para Giovanni Pierluigi como para el devenir de la música sacra.
La segunda parte del concierto comenzó con otra obra introductoria, Super flumina Babylonis, para dar paso a un segundo, el titulado Un tiempo de agitación, en donde se incide en la faceta más personal de Palestrina, ya que mucho no conocen su trayectoria como compositor de madrigales, del que se interpretó Gioia m’abond’al cor, del Secondo libro de madrigali, a cuatro voces, que se interpretó con tan solo cuatro personas, uno por voz, tal y como era costumbre, y que permite dar una visión mucho más libre y expresiva a la poesía de su texto. Los motetes sacros del propio Palestrina que se acercan a esta personal modo de componer que se incluyeron fueron Peccanten me quotidie, en donde el dolor y el temor son muy apropiados para los juegos manieristas en la composición y en su interpretación, con claras búsquedas de remarcar sus vocales y consonantes, como en la palabra “peccantem” en donde la vocal ‘e’ fue abierta deliberadamente remarcando el dolor, o en el pasaje “timor mortis” donde las consonante ‘t’ fue remarcada claramente buscando la alitración de la palabra ‘muerte’, y Surge propera, amica mea en donde el significado erótico de su texto del Cantar de los cantares, curiosamente aceptado por la doctrina católica, fue declamado de un modo delicioso.
El siguiente bloque de obras, Elogio a la música, incidió en la música como expresión superior, incidiendo en la importancia que ésta supuso para el autor. Así, se escucharon dos piezas no muy conocidas de Palestrina, su alabanza a Santa Cecilia, Cantantibus Organis, y un motete que tomo un fragmento de un Salmo como texto, el 81, para incidir en la alabanza mediante la música a Dios, Exultate Deo.
El concierto finalizó con cuatro piezas bajo el epígrafe El rico legado de Palestrina. Aquí descubrimos cómo autores de gran renombre tuvieron como modelo al compositor italiano. Pudimos disfrutar de Christus factus est de Felice Anerio (1560-1614), en donde la utilización de la disonancia tan característica de la etapa que sucedió a Palestrina en Roma fue muy evidente por parte de los miembros de Stile Antico, remarcando con una afinación asombrosa cada choque de dos intervalos de segunda menor en las entradas imitativas del motete, que muestra la evolución natural del legado palestriniano. La policoralidad de Palestrina que tanto cultivó se vio reflejada en el amigo personal y su sucesor en la capilla papal Gregorio Alllegri (1582-1652) y en su Christus resurgens, a dos coros.
La obra encargada a la compositora actual Cheril Frances-Hoad, A gift of heaven, de la que hablaba al principio del texto, fue un auténtico regalo para descubrir la excelente voz de tenor solista de Jonathan Hanley, de dulce timbre, facilidad e igualdad en todo su rango vocal y de muy buena presencia escénica, poniendo en sus labios las emocionantes palabras del propio Palestrina, mientras el resto de sus compañeros le acompañaban armónicamente con unas avanzados pero hermosos acordes que dibujaban sugerentes y coloristas sensaciones. Cuando Hanley volvió a desempeñar su labor como cantante miembro de un todo, su inmediato cambio de registro fue tan efectivo como fascinante para demostrar una vez más el compromiso y la humildad de cada miembro del grupo británico, algo que les hace tan especiales y absorbentes.
El concierto concluyó con una exhibición del derroche policoral palestriniano, su efervescente Laudate Dominum, a doce voces, en tres coros, que viene como anillo al dedo al orgánico de Stile Antico, y que desató la última ovación de la noche y los numerosos e insistentes vítores por parte del público, que obtuvieron como recompensa la interpetación de una propina, The Silver Swan, de Orlando Gibbons, de quien se cumplen precisamente este año los 500 años de su fallecimiento.
Se me olvidaba remarcar que en 2025 se cumplen los 20 años de trayectoria de Stile Antico. Vaya desde aquí mi más efusiva felicitación, y mi deseo ferviente de que estos sean tan solo los primeros veinte de una larga carrera que prosiga esta senda de excelencia musical para asombro y deleite de quien los escuche.
Simón Andueza
Stile Antico
El Príncipe de la Música. Palestrina en la Ciudad Eterna.
Obras de Giovanni Pierluigi Palestrina, Josquin Desprez, Tomás Luis de Victoria, Orlando di Lasso, Felice Anerio, Gregprio Allegri y Cheryl Frances-Hoad.
Ciclo ‘Universo Barroco’ del CNDM.
Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 23 de enero de 2025, 19:30 h
Foto © Elvira Megías